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Frontera

¿Qué significa la palabra «frontera» para los habitantes del barrio El Pozón? Sobre los márgenes del distrito turístico y cultural de Cartagena, GACETA, junto a la Fundación Magdalena, se pregunta por los límites a los que se enfrenta El Pozón en su relación con la ciudad y su territorio.
Camilo Ramos Manuel, médico tradicional tikuna de sesenta y seis años en su chagra a las afueras de Arara: «Los chamanes miran; ellos sí saben mirar los espíritus, sacar los malos espíritus del cuerpo». Foto de Miguel Winograd.

Frontera

¿Qué significa la palabra «frontera» para los habitantes del barrio El Pozón? Sobre los márgenes del distrito turístico y cultural de Cartagena, GACETA, junto a la Fundación Magdalena, se pregunta por los límites a los que se enfrenta El Pozón en su relación con la ciudad y su territorio.

Óscar Enrique Berrio Royero – Gestor Cultural y Social

Quienes habitaron el territorio pozonero desde sus inicios se encontraron con un elevado montículo de tierra en forma de cordón que rodeaba y daba límite al barrio. Los vecinos de la comunidad lo denominaron «el terraplén». Hoy podemos decir que esa fue la primera frontera para los pozoneros. Hasta allí llegaba la extensión del barrio y hasta allí se acercaban los pobladores para mirar los lotes de engorde existentes y los extensos terrenos que al otro lado se podían observar. Al pasar los años, y en el momento del crecimiento geográfico del barrio, con el nacimiento de muchos de sus sectores (treinta y dos  en total), se generó un fenómeno mal llamado «fronteras invisibles». Esta situación, tan lamentable como dolorosa, significó la diferencia y el enfrentamiento físico —ya no a puño limpio, como se hacía antes— de una nueva generación juvenil que sin razones de fundamento se iba a los golpes, a madrazos y armados, entre pares que vivían en otros sectores y que se daban cita poniendo como frontera una línea imaginaria sobre la que se «paraban en la raya». Sin embargo, quizá la frontera más cruel y la que ha significado un gran reto para los habitantes de El Pozón en estas cinco décadas de existencia urbana y comunitaria, ha sido vivir cerca de una ciudad que se enorgullece de ser heroica —por la gesta independentista de un pueblo popular y esclavizado que se levantó envalentonado para conquistar su libertad y procurar su dignidad—, aunque pareciese que de heroico ya nada tiene ese noble rincón de los abuelos. Es lo más cruel porque los habitantes de El Pozón se han encontrado una gran frontera que no les permite ser incluidos socialmente ni ser mirados desde la igualdad y desde la valoración por parte de otros sectores sociales que interponen fronteras para señalar y excluir. Esta última frontera es imperante, fuerte como una roca y le hace resistencia al pozonero, que ha empezado a creer más en su esfuerzo, en sus luchas

internas colectivas e individuales y por eso ha conquistado poco a poco su desarrollo humano, holístico y académico. Esas fronteras no pueden significar más que el gran reto definitivo para demostrar cada día que la resiliencia, la resignificación y la dignidad de un barrio con visión de desarrollo integral es imparable. El Pozón no quedará rezagado, ni apartado ante una sociedad que se niega a mirarnos como iguales.

José Gómez – Estudiante de la IE Politécnico del Pozón

Una frontera en El Pozón es un espacio de encuentro y transformación, donde las barreras físicas y simbólicas se desdibujan a través de la cultura y la comunidad. En este lugar, las fronteras no solo delimitan territorios, sino que también representan la diversidad de voces, historias y sueños que coexisten. Es un cruce de caminos donde el arte, la música y la tradición se entrelazan, desafiando estigmas y construyendo puentes entre realidades. En El Pozón las fronteras se convierten en oportunidades para el diálogo, la creatividad y la reivindicación de la identidad colectiva.

Amalfi Rosales – Rectora de la IE Politécnico del Pozón

Desde la escuela visionamos al territorio del barrio El Pozón sin fronteras, entendidas ellas como los límites imaginarios que dividen, separan, excluyen, generan inequidad y violencia. Por eso, insistimos en una educación universal, sostenible y constructora de paz que derribe las fronteras entre la comunidad pozonera y procure por el bienestar común.

Alondra Salgado – Estudiante de la IE Politécnico del Pozón

Las fronteras son esa línea imaginaria que nos separa de otros países, de otras ciudades, de otros barrios, e incluso de otros sectores. Esa línea es invisible y solo tiene importancia porque se la damos. Esto genera patriotismo y divisiones ilógicas, peleas entre personas del común y entre gobiernos.

Teniendo en cuenta esto, no sentimos la necesidad de ir más allá de estas fronteras porque creemos que somos libres de movernos a nuestra merced, pero la línea que te impide moverte está ahí. Quizás nuestra vida debería ser solo eso, nosotros creyendo que independientemente de las limitaciones que tenemos somos capaces de ser libres, de sentir lo que queremos, actuar como queremos (mientras no afecte a otros) y así vivir como queramos.

Las fronteras constantemente son ambientes caóticos y conflictivos, ahí inician las guerras. Cuando colocamos un límite, nosotros como individuos le impedimos a otro sobrepasar esa línea que nos permite sentirnos cómodos, entonces inician las guerras, igual que en el mundo, pero es una guerra personal al final del día.

Jaider Antonio Vásquez Pérez – Presidente de la Junta de Acción Comunal: Sector Veinte (20) de enero, barrio El Pozón

Este año celebramos el aniversario cincuenta y cinco de nuestro barrio. Durante ese tiempo hemos venido atravesando por unas fronteras generacionales que están llenas de distintas historias. El crecimiento, el desarrollo, la transformación y la riqueza cultural han sido las fronteras que se han transformado para unir y consolidar lo nuestro. Aquí cada uno de los sectores ha puesto el tejido de unión para que el barrio tenga el crecimiento y la consolidación que vive hoy.

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