ETAPA 3 | Televisión

No es rap: mis discos favoritos del 2025

28 de junio de 2025 - 3:41 pm
Entre el rock, el afrobeat, el soul, el pop y el R&B, Briela Ojeda, La BOA, Mourning [A] BLKstar, PinkPantheress y Choclock han firmado algunos de los mejores discos del primer semestre del año para el autor, más allá del hip-hop que suele cubrir.

No es rap: mis discos favoritos del 2025

28 de junio de 2025
Entre el rock, el afrobeat, el soul, el pop y el R&B, Briela Ojeda, La BOA, Mourning [A] BLKstar, PinkPantheress y Choclock han firmado algunos de los mejores discos del primer semestre del año para el autor, más allá del hip-hop que suele cubrir.

Aunque no lo crean, de vez en cuando escucho música que no es rap. Así que, en vez de destacar discos que ya he cubierto de una u otra forma en lo que va del año, acá van algunos discos que me han cautivado en este 2025 más allá del hip-hop que siempre privilegio.

Menciones honrosas para Lifetime de Erika de Casier, Heartache in Room 14 de The Altons, anónimo de Juana Aguirre, EUSEXUA de FKA Twigs y In the Blue Light de Kelela.

Ahora sí, vamos con los elegidos.

La BOA & Tony Allen – LA BOA MEETS TONY ALLEN

Una primera escucha de este álbum revela un homenaje de una orquesta de bogotá a uno de los padres del afrobeat, que falleció en 2020. Pero conforme nos adentramos en LA BOA MEETS TONY ALLEN, el tributo muta para tomar la forma de un hechizo que invoca toda la experiencia y habilidad del nigeriano, que diseñó el ritmo del género. A partir de las grabaciones de líneas de batería que Allen dejó en 2011 para Comet Records —sello con el que trabajó por décadas—, la orquesta liderada por Daniel Michel construye un panorama en el que el afrobeat brota de toda la diversidad del altiplano cundiboyacense. Si distingo entre homenaje y hechizo es porque a veces los primeros se solidifican alrededor de la nostalgia y el folclor pretérito. La BOA —Bogotá Orquesta Afrobeat, por cierto— logra trazar un nuevo mapa, flexible y fresco: hay espacio para que N. Hardem rapee sobre sus búsquedas económicas en «Tarifa Plena» o para los cantos de bullerengue de «Te voy a ver»; en general, el álbum refleja los puntos de contacto entre el afrobeat y la música afrocolombiana: «Cuento», con los tumaqueños Bejuco, borra todas las fronteras temporales y geográficas. Esta mirada generosa y amplia permite que una canción del afrobeat más clásico como «La máquina de Tony», que guarda todo el instinto y conocimiento de la percusión de Allen, se sienta expansiva, abierta hacia sus posibles mutaciones. En el encuentro entre La BOA y Tony Allen, entonces, viven nuevos caminos posibles para el afrobeat desde Bogotá. A pesar de su componente póstumo, su mayor mérito es que es un disco que respira y late, rebosante de vida.

Briela Ojeda – Andariega

«En donde sea que encuentres nobleza, ahí anclas tu voluntad / En donde sea que encuentres certeza, ahí anclas tu voluntad», canta Briela Ojeda —pastusa aun si nació en Londres en el 95— en la canción que le da el título a su nuevo álbum: Andariega. En estas trece canciones, Briela avanza por todo el horizonte que se divisa desde lo alto de un volcán y se detiene en su maldad y sus vicios —«Ay de mí»—, reconoce la madurez incierta que llega con treinta años de vida —«Lúcida»— y se reune con los árboles y el aire que se confunde con la miel —el rock de «La cara de la ortiga»—. Andariega dibuja un sendero infinito, un viaje físico y espiritual que ella recorre con los pies pintados de azul, acompañada por el viento le susurra los secretos de su autonomía y las nubes etéreas que sugieren el renacimiento que hay luego de cada final. En contraste con el pandémico e introspectivo Templo Komodo (2021), que ya la sugería como una de las grandes cantautoras de América Latina, Andariega no solo se abre ante el mundo sino ante toda la música. Al folk andino («Andina»), se suman sonidos como el rock («Quien va a cuidar» y «Abrakadabra», un atrevido juego lingüístico) o el bossa nova («Corazón de miel», que aprendió a ya no quebrarse en las despedidas). En Andariega Briela Ojeda crece hasta ver al sol a los ojos y escuchar sus secretos: con su primer álbum de larga duración reclama todo el mundo como propio.

Choclock – Daltónico Pero Me Siento Azul

Dicen que el tercer lunes de enero es el día más triste del año. Y en el Blue Monday de 2025, Choclock presentó Daltónico Pero Me Siento Azul, que abre, precisamente, con «BLUEmonday»: «Quisiera ver a través de tu lente / No pensar tanto y dejarme llevar», canta, meditativo, el canario. Esa es la misión que define el disco, el anhelo de nuevos colores teñido de introspección, una exploración de todos los tonos del R&B y las influencias de Reino Unido. Los UK garage de «SinKerer» —lleno de preguntas difíciles de responder sobre lo que pasa cuando extrañamos sin saber si nos extrañan de vuelta— y «PaTi<333» contrastan la letra melancólica con la propulsión del beat, mientras que la velocidad de «Caprese», con su paisano Cruz Cafuné, empata la celebración abundante que ambos narran: Diosito les tiró la buena. En general, Daltónico Pero Me Siento Azul es una confesión susurrada bajo un día veraniego; «M. Scott Freestyle», un drumless iluminado, es la base perfecta para su flujo de conciencia que recuerda su infancia en Tacoronte y los logros que ahora reclama cada vez que vuelve a casa; incluso permite humor: lo de Michael Scott es porque está enamorado del papel. Luego de Magua con Miel (2022), destacado en el R&B en español, Choclock sigue cantando de su vulnerabilidad («DíasRaros») con una virtud que comparte con los mejores del género: lo escuchas y sientes que estás solo con él, que esa confesión es una carta con tu nombre.

Mourning [A] BLKstar – Flowers For The Living

En The Cycle (2020), Mourning [A] BLKstar presentó una perspectiva atrevida de la tradición negra del soul, góspel y blues, mientra sque con Ancient//Future (2024) consolidaron la vena afrofuturista que ya latía desde su debut. En Flowers For The Living, su nuevo disco, el colectivo de Cleveland, Ohio, amplía aún más su foco para lograr un tapiz sonoro que incorpora el jazz, el funk y elementos del hip-hop. Los dirigidos por RA Washington (vocalista principal y cabeza de la producción) se funden en un coro que destaca su dimensión comunitaria y política, que reivindica la música como resistencia y arranca este concepto de las fauces del cliché inofensivo: «Lil’ Bobby Hutton» le rinde homenaje a la primera persona que se unió a las Panteras Negras en 1966; fue asesinado por la policía dos años después, cuando tenía diecisiete; el funk intenso y propulsivo, reminiscente de la época de la lucha por los derechos civiles, exije que le gritemos la verdad al poder en la cara. Otro cliché que Mourning [A] BLKstar es el de groove: los reto a que escuchen «Stop Lion 2» y en sus saxofones y sintetizadores no encuentren la definición de groove. En cortes como  «Letter To A Nervous System» y «Choir A’Light» —el manta de «we believe» sintetiza el disco— el frenesí se detiene para devenir slow jam envolvente, atmosférico, íntimo. En el título de este disco hay una misión esperanzadora: ante la violencia que define el entorno (de todo tipo, una estructura perenne), la música es un vehículo para rendirle tributo a la vida y a lo que nos mantiene vivos. No son necesarias letras complejas, sino un espíritu que arde con clridad y que nos mueve a bailar, a actuar, a juntarnos para abrazar esa vida esquiva mientras podamos hacerlo.

PinkPantheress – Fancy That

Antes de publicar esta columna, le dije a mi amiga Valeria, que vive en España, que «Illegal» tenía que hacer parte de su playlist del verano. Las drogas se inventaron para emular los colores de temas como este. Más allá de lo que pueda analizar, simplemente me hace muy feliz escucharla: música para lavar el carro un domingo soleado, música para bailar en la ducha. Fancy That es el segundo disco de PinkPantheress, con el que la británica explota la pista de baile al ritmo del UK garage, jungle y drum n’ bass. De acuerdo con la nostalgia por los 2000 que impulsó Charli XCX con Brat durante el verano pasado, Fancy That también reproduce la estética de inicios de siglo con sus samples y guiños (Estelle en «Stateside», por ejemplo, o la portada a lo Lily Allen), incluso con la influencia del emo («Pain» o «Just for me»). La voz tranquila, casi letárgica, de PinkPantheress le da un toque onírico a todo el proyecto. Es la misma ligereza que convierte los huesos en espuma con una dosis de MDMA. En su presencia distante, la voz, y toda su figura, su música, se vuelve misteriosa y seductora, casi intangible; «Tonight» explora todo ese deseo: «You want sex with me?/ Come talk to me», canta, lo suficientemente distante como para ser deseada, lo suficientemente cercana como para que pensemos que ese deseo se puede materializar.

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