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Si ven a una, nos ven a todas

10 de noviembre de 2025 - 12:35 pm
A través del colectivo Amplificadas, picoteras y sonideras de Colombia y México trabajan para transformar sus culturas, reivindicar a las referentes del sound system y visibilizar el trabajo de las mujeres, invisibilizado por mucho tiempo. 
Amplificadas es un colectivo de sonideras y picoteras de México y Colombia que busca visibilizar el trabajo de las mujeres en estas culturas. Foto de Daniela Díaz.
Amplificadas es un colectivo de sonideras y picoteras de México y Colombia que busca visibilizar el trabajo de las mujeres en estas culturas. Foto de Daniela Díaz.

Si ven a una, nos ven a todas

10 de noviembre de 2025
A través del colectivo Amplificadas, picoteras y sonideras de Colombia y México trabajan para transformar sus culturas, reivindicar a las referentes del sound system y visibilizar el trabajo de las mujeres, invisibilizado por mucho tiempo. 

Este miércoles 12 de noviembre, a las 7 PM, la Cinemateca de Bogotá presentará Amplificadas (2025), un documental de Hans Cortes, Diana León y Mariana Delgado. Entrada libre.

Son muy pocos los momentos de la vida de la mexicana Marisol Mendoza en los que la música no ha estado presente. Viene de una conocida dinastía sonidera: sus padres son selectores recordados como Sonido Duende y Mamá Duende, y a ella la apodaron Musa Mayor. Creció entre las salsas bravas de la Sonora Dinamita y las cumbias de Lisandro Meza, entre vinilos, fiestas callejeras y equipos de sonido. Y este año, ya por encima de los cincuenta, logró cumplir un sueño al conocer Barranquilla: la cuna de la música con la que se crio. En el Carnaval, en medio de comparsas y euforia, descubrió los colores vivos y llamativos del sound system de caribe colombiano. Era como esa miniatura que había en su casa cuando era niña. Su padre la atesoraba, y ella pensaba que era un sonidero colombiano. En Barranquilla lo pudo ver de frente y supo qe llamaba picó. Y quien mezclaba habilidosamente esos ritmos caribeños era una mujer. 

Mientras crecía, Marisol observaba cómo su madre hacía malabares para equilibrar la crianza y el cuidado del hogar con su camino como sonidera. Marisol asumió el legado familiar para extenderlo y, ante un gremio hipermasculinizado, transformarlo. Tras varios años de impulsar la participación y visibilización de las mujeres en los sonideros de diferentes regiones de México, identificó que, al igual que la música trascendía fronteras, las dificultades al interior de su gremio eran muy parecidas a las que existían en otros países. A la vez, así conoció a las artistas que le plantaban cara al machismo en la región. Por eso, en 2018, Marisol fundó Musas Sonideras.  

La picotera a la que vio, y luego conoció, en el Carnaval de Barranquilla hace parte de Las Matronas, un colectivo feminista barranquillero que promueve la inclusión de las mujeres en la escena musical de esa región. Las Matronas diseñaron su propio picó con la figura de la Niña Emilia, una emblemática representante del folclor del Caribe colombiano, principalmente del bullerengue, recordada por componer la icónica canción «Coroncoro». En Bogotá, por otro lado, está La Comadre: fueron claves en las protestas sociales de 2021, acompañando a los manifestantes con potentes máquinas de sonido. 

En 2024, bajo la premisa de que juntas son más fuertes, Musas Sonideras, Las Matronas y La Comadre fundaron Amplificadas, una plataforma de colombianas y mexicanas hartas de estar en las sombras, para construir ecosistemas musicales libres de sexismo. 

 

El machismo aquí y allá 

Aunque ambos países están separados por miles de kilómetros, las culturas de Colombia y México son cercanas. Para Marisol, un picó no era tan distinto de un equipo sonidero. Compartían la misma esencia: un sound system callejero y popular. 

Los primeros sound systems colombianos aparecieron en Barranquilla a inicios de los años cincuenta, en el barrio obrero San Roque. Los llamaron picós, del anglicismo pick-up: los equipos de sonido portátiles o, según otra interpretación, las camionetas pick-up de Studebaker que se popularizaron a mediados del siglo pasado para transportar todos estos aparatos. En todo caso, su origen está estrechamente relacionado con la diáspora africana y las rutas de la esclavitud. Los puertos principales para el tráfico de personas esclavizadas, como Cartagena o Barranquilla, luego fueron sedes importantes de esta cultura musical: primero recibieron las expresiones artísticas de las personas esclavizadas, y luego fueron la entrada de los avances tecnológicos. 

El proceso fue similar en México. Desde puertos como Veracruz, la tecnología musical llegó hasta barrios obreros —y migrantes, culturalmente diversos— de Ciudad de México como Tepito, San Juan de Aragón y el Peñón de los Baños. Al igual que en San Roque en Barranquilla, en estos barrios las fiestas vecinales se empezaron a amenizar con  «discos móviles» durante los sesenta. Gracias a la migración, sonaba música influenciada por la cumbia y salsa colombianas, y en Peñón de los Baños se creó la Disco Colombia Chiquita, donde se vendían vinilos importados de Sudamérica y el Caribe. Durante muchos años, a esta zona le decían la Colombia chiquita. 

Colombia siempre ha estado presente. Y es que las coincidencias entre la cultura sonidera y picotera son muchas. Desde sus raíces en la cultura soundsystem africana que llegó por los puertos del Caribe, su consolidación en zonas de clase obrera y de esencia comunitaria, la apropiación de los espacios públicos con el baile, hasta sus características pictóricas. Sin embargo, otro punto de encuentro desafortunado ha sido la invisibilización de las mujeres que hacen parte de esas culturas. 

Las coincidencias entre la cultura sonidera y picotera, entonces, pasan por las raíces en los sound system de la diáspora africana, su origen obrero y comunitario, su apropiación del espacio público e incluso su estética. También coinciden en la invisiblización de las mujeres sonideras y picoteras. Apenas hasta hace algunos años tomó en México el vuelo que merecía el nombre de Guadalupe Reyes, la Socia, considerada la primera sonidera del país. Las mujeres han sido coleccionistas, ingenieras de sonido, diseñadoras gráficas, y estilistas. También han sido cuidadoras. Mientras los hombres triunfaban y se hacían un nombre en las fiestas, ellas asumían la crianza de los hijos o el sostén del hogar y de la economía fuera de los sonideros. En Barranquilla, la gran mayoría de los  seis mil picós y turbos —una versión más pequeña— pertenece y es manejada por hombres. «Puede ser un ambiente supermasculino y de mucha competencia. A veces nosotras no nos sentimos tan parte de ese mundo picotero, sino que hemos tomado el mundo picotero y lo hemos llevado a nuestro espacio», señala Lorena Bautista Riquet, de Las Matronas. 

Al inicio, Amplificadas se concentró en recuperar la historia de las mujeres en estos movimientos. «El trabajo primero se dedicó a hacer visibles los roles, la significación, la agencia y la posibilidad de transformación desde una perspectiva de género», explica Marisol. A medida que el proyecto iba sumando más integrantes, los propósitos se expandieron. «Quisimos abordar otros temas como derechos culturales de las mujeres, remuneraciones apropiadas y condiciones de trabajo justas», agrega Mariana Delgado, antropóloga y parte de Musas Sonideras. 

Mariana participó en varias mesas que realizó la Secretaría de Cultura de Ciudad de México en 2023, como parte del proceso de la declaratoria de patrimonio de los sonideros. Participaron representantes de la comunidad, oenegés, medios e investigadores. En los documentos resultantes de ese proceso, dice Mariana, las mujeres señalaron las «pocas oportunidades laborales, el temor al acoso sexual de sus pares, hostigamiento, sabotaje, vigilancia permanente, dificultad para aparecer dentro de los grandes eventos, minusvalía de su trabajo, y el acceso limitado a recursos técnicos y de infraestructura» como los riesgos que enfrentaban. 

La Comadre realizó un proceso similar en 2024 con una encuesta a un centenar de mujeres parte del ecosistema musical en Bogotá. El 54,3% de las artistas entrevistadas no recibía ningún incentivo económico por su labor; el 84% de ellas señaló que la oportunidad social y económica se evidencia más rentable para los hombres. 

 

Como las olas, juntas crecen

En febrero de este año, una comisión de sonideras viajó de México a Colombia. Entre ellas estaba Marisol: dictó talleres sobre identidad sonidera en Bogotá y Barranquilla y participó en charlas sobre patrimonio y derechos culturales de las mujeres en las culturas sonoras. Para ella fue como estar en casa. «Nos identificábamos en cada territorio. Por ejemplo, cuando llegamos a Barrio Nuevo [barrio palenquero de Barranquilla], sentía como si estuviera en Tepito: la gente con sus botas, la alegría, la música, todo», dice Marisol. «Desde el día uno, tanto en Barranquilla como en Bogotá, ya había red más allá del taller», recuerda Mariana. 

Para Diana León, colombiana y fundadora de La Comadre, uno de los aprendizajes centrales del encuentro con sus colegas mexicanas es que han conseguido derribar la idea machista de que las mujeres son enemigas naturales, o la idea capitalista de competencia desmedida. Juntas encontraron la forma de potenciarse y tejer alianzas. «Nos apoyamos mutuamente y demostramos que es posible no absorber los proyectos de un lado o del otro, sino que todos pueden coexistir, haciendo cosas mucho más grandes, de impactos más barriales y comunales», sostiene. 

Amplificadas quiere que las pistas de baile sean seguras para todes y que todos los saberes y oficios sean visibles y valorados: el de las encargadas de documentar las fiestas, el de las que hacen los afiches, el de las que se encargan de la producción de sonido. Por eso le han apostado a talleres virtuales gratuitos entre expertas, que incluyen aprendizajes para rider técnico, gestión cultural y nociones básicas de fotografía. A eso se sumó el pódcast Comadreando con Madre, donde voces femeninas del ecosistema sonoro latinoamericano conversan sobre sus experiencias de resistencia. 

Para sellar con oro los intercambios colombomexas, el pasado julio algunas delegadas colombianas aterrizaron en México y participaron en la inauguración de una exposición fotográfica del proyecto que, en paralelo, se exhibió en Bogotá. Así sellaron el primer año de Amplificadas, que coincidió con la celebración del octavo aniversario de Musas Sonideras, celebrado en el mítico salón Los Ángeles de la Ciudad de México, donde se fundó el Frente Zapatista de Liberación Nacional. De la mano, en puntillas, ellas también alzaron las banderas de la revolución: la del baile, del goce, de la música, de la sororidad.

En poco tiempo, Amplificadas ha logrado hermanar y potenciar universos sonoros regionales. «Si ven a una, nos ven a todas» es la máxima de Marisol. cSueñan con seguir viajando: a Perú, donde la cumbia amazónica tiene un lugar muy especial; o a Brasil, donde los sound systems callejeros son titánicos y diversos, como las famosas radiolas de Maranhão. «No se trata solamente de México y Colombia, muchas mujeres somos migrantes y en esas migraciones nos encontramos y tendemos esos puentes de apoyo mutuo. Nos hemos dado cuenta de que las mujeres funcionamos mejor de forma colectiva», reflexiona Mariana.

El poder de la juntanza femenina en el sistema musical callejero apenas inicia. Amplificadas también le viene apostando a la incidencia dentro de los espacios de patrimonialización en ambos países. Quieren que, al hablar del patrimonio cultural sonidero o picotero, se tenga en cuenta que los invisibilizados trabajos de cuidado de las mujeres han sostenido esos movimientos, y que, en paralelo, muchas de ellas —aun en las sombras— se desarrollaron en múltiples labores, no solo en las tornas. Luchan para que nombres como Jacqueline Malagón (Sonido La Dama), en México; o Norma Zúñiga «La Vieja» en Barranquilla sean referentes presentes y activos. 

Su mensaje es claro y sigue retumbando por las calles latinoamericanas. Así lo ha venido haciendo el documental que recoge la experiencia de este colectivo en su primer aniversario, donde a viva voz, selectoras en Colombia y México cuentan su recorrido, sus logros y sus obstáculos. La producción fue dirigida y realizada por integrantes de Amplificadas y se pensó como el primer gran documento audiovisual que lograra conectar la experiencia femenina del soundsystem en ambos países. Desde diferentes artes, las mujeres, juntas, siguen cumbiando el mundo. 

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