Localizado en la ciudad de Austin, Texas, en Estados Unidos, el Harry Ransom Center es un centro de investigación que alberga diversas colecciones que incluyen cerca de un millón de libros, más de 42 millones de manuscritos de diversos autores, cinco millones de fotografías y alrededor de cien mil obras de arte. Entre sus colecciones destacan borradores y manuscritos de la premio Nobel inglesa Doris Lessing, guiones anotados del actor Robert de Niro, la que es considerada la más antigua fotografía conocida hecha con ayuda de la cámara obscura y obras originales de Frida Kahlo. Fue el lugar escogido en 2014 por la familia de Gabriel García Márquez para depositar los archivos personales del escritor, compuestos por fotografías, manuscritos y galeradas de sus obras y diversos objetos entre los que están 67 discos duros que llegaron en más de noventa cajas.
Gaceta entrevistó a su director, Stephen Ennis, quien estuvo de visita en Colombia para dar apertura a la exposición <i>Todo se sabe</i>, abierta al público en la Biblioteca Nacional de Colombia.
¿Es cierto que el archivo de Gabriel García Márquez es el más consultado por los académicos en el Harry Ransom Center?
Lo que la gente solicita con más frecuencia cambia cada año, pero el archivo de Gabo siempre está en el top cinco. Así que sí, se usa muchísimo, es muy consultado. Tenemos material de James Joyce y, como se ve en la exposición, también de William Faulkner y Virginia Woolf, dos escritores que Gabo admiraba enormemente. Contamos con los documentos de numerosos ganadores del Premio Nobel. Es interesante pensar cómo los escritores, a lo largo de la historia, han sido desplazados por diversas razones. Basta con mirar algunos de los autores en nuestra colección para ver eso reflejado: el Nobel nacido en Polonia Isaac Bashevis Singer, el Nobel de origen japonés Kazuo Ishiguro, el sudafricano J. M. Coetzee. Así que hay una especie de movimiento global de archivos, muchas veces resultado de alguna calamidad o de una interrupción violenta de la historia.
García Márquez también leyó a estos grandes escritores. ¿Eso tuvo que ver con la decisión de la familia de depositar su archivo con ustedes?
No conozco el razonamiento específico de la familia. La salud de Gabo estaba deteriorada. Falleció en 2014, y el archivo llegó poco después. La familia fue asesorada por un representante que ellos eligieron para decidir dónde depositar los documentos en Estados Unidos, y este representante estaba muy familiarizado con otras colecciones que teníamos, así que eso pudo ser un factor. Me gusta pensar que lo que más influyó es la manera en que el Centro honra el legado de los escritores cuyos archivos resguarda. Aunque estamos en Austin, Texas, tenemos un alcance nacional e internacional.
En exposiciones como estas, ¿cómo funcionan la responsabilidad compartida y la custodia de archivos entre la Biblioteca Nacional —y distintas organizaciones e instituciones— y el Harry Ransom Center?
Nosotros resguardamos el archivo físico, pero lo hacemos con la intención de que esté disponible para cualquiera que necesite consultarlo. Eso puede incluir estudiantes, investigadores, académicos, o incluso personas que aman a Gabo y quieren ver estos materiales, estudiarlos por sí mismos. Así que, aunque conservamos el archivo, nuestra responsabilidad es compartirlo ampliamente. Por eso, estamos encantados con la colaboración con la Biblioteca Nacional para exhibir los materiales. Anteriormente exhibimos el archivo en Ciudad de México; en el momento en que planeábamos esa exposición, Mercedes Barcha aún vivía, y esperábamos que pudiera verla en persona. Finalmente falleció, y eso no ocurrió, pero sí hicimos la exposición en México; también la hemos mostrado en Estados Unidos, y hemos digitalizado el archivo, de modo que desde tu propia computadora puedes acceder página por página y consultar el archivo desde cualquier lugar del mundo. Así que el archivo está en Austin, pero llega a todas partes.
¿Entre instituciones comparten algún tipo de aprendizaje sobre los aspectos técnicos de la conservación adecuada de estos documentos?
Tenemos un equipo de bibliotecarios y archivistas especializados, responsables del catálogo y la digitalización, y seguimos prácticas profesionales establecidas por todas las instituciones del ámbito. Agradecemos colaboraciones como esta con la Biblioteca Nacional y tenemos colaboraciones similares con otras universidades e instituciones de investigación. Por ejemplo, aunque muy diferente del archivo de Gabo, el archivo del poeta galés Dylan Thomas está en el Ransom Center, y trabajamos muy estrechamente con la Universidad de Swansea, en Gales, para garantizar el acceso a esos documentos. Muchas veces, una colección puede ser la base para que instituciones colaboren, como ocurre en este caso.
Se ha dicho que el archivo del Harry Ransom Center está valorado en unos 1.000 millones de dólares. ¿Es cierto? ¿Qué significa esa cifra?
Es un número inventado. En realidad, no tienen precio, porque son materiales únicos que no podrían reemplazarse jamás. Y una de las curiosidades es que, aunque participamos en el mercado y compramos materiales, una vez que ingresan al Ransom Center casi no tienen valor monetario, porque nunca los venderemos, nunca volverán al mercado. Es como si su valor monetario desapareciera. En su lugar, nos dedicamos a promover su valor para la investigación, que es algo completamente distinto. Si uno quisiera ponerle una cifra a la colección del Ransom Center… es una colección extraordinariamente valiosa, yo diría que invaluable.
En sus palabras durante la inauguración de la exposición usó el término «República de las Letras». ¿Cuál sería el papel de García Márquez en ella?
Estaba pensando específicamente en la carta fundacional de PEN [Asociación internacional de escritores que promueve la libertad de expresión]. Tenemos el archivo de PEN International y de PEN en inglés, que celebró su centenario hace apenas un par de años. La carta de PEN dice que la literatura no conoce fronteras. Ayer, durante mi intervención, matizaba eso diciendo que la gran literatura trasciende fronteras, pero nunca debe olvidar sus orígenes. De cierta forma, la gran escritura nos toca como familia humana, más allá de las fronteras, donde sea que estemos. Y esa es una prueba de su grandeza: que pueda ser leída y apreciada no solo localmente —que también debe serlo, como decía Gabo y como muestra la exposición—, sino que se vuelve más grande que Colombia, que México, que América del Norte y del Sur. Gabo logró eso: no solo fama, sino lectores en todo el mundo. Hay personas en todos los rincones que pueden citar líneas de sus novelas. Y sí, siempre será tenido en especial estima por Colombia, por razones que todos comprendemos. Pero pasó a formar parte de una República de las Letras más universal. Y hay una gran esperanza en esa universalidad, especialmente en tiempos de tantas divisiones políticas, económicas y sociales: que la literatura pueda elevarse por encima de todo eso y ayudarnos a conectarnos unos con otros.
¿Tiene alguna pieza favorita del archivo que le gustaría destacar?
Sí, hay muchísimas cosas asombrosas en la colección. Mucho de lo que se exhibe proviene de la colección del Ransom Center, aunque, por supuesto, también hay otros materiales de Colombia, y ha sido un placer ver algunas de esas piezas. Las fotografías son maravillosas. Gabo como hombre de familia con Mercedes, Rodrigo y Gonzalo: hay una alegría enorme en esa imagen de ellos juntos. Y una imagen así nos dice mucho sobre lo que él valoraba, de dónde venían los libros; podemos leer su expresión e inferir algo sobre sus valores, su forma de ser y su alegría de vivir. Pero si tengo que señalar una pieza, en respuesta a su pregunta, mencionaría el manuscrito de Cien años de soledad, que es, obviamente, su obra más grande según la mayoría de los críticos. Yo diría que esa novela tuvo tanto impacto en la segunda mitad del siglo XX como lo tuvo Ulises, de James Joyce, en la primera mitad del siglo. Es una obra emblemática de la literatura mundial, y ver ese manuscrito es un privilegio.
Para terminar, ¿queda mucho por explorar en el archivo de GGM o el trabajo de investigación ya está completo?
Cada generación se acerca a un archivo con preguntas distintas. Y ahora mismo están surgiendo trabajos muy valiosos. Álvaro Santana-Acuña publicó un libro recientemente. Hay material inédito; su última novela, En agosto nos vemos, provino del archivo. Quizá algún día vean la luz otros textos inéditos. Pero la interpretación crítica de la obra de Gabo tiene que hacerse una y otra vez, por cada generación, con preguntas nuevas. Así que el archivo puede ofrecernos distintos puntos de entrada a Gabo, dependiendo de lo que estemos buscando o preguntando. Y seguirá ofreciendo nuevas perspectivas a las generaciones futuras. Nunca se agotará.
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