En enero de 1991, Dr. Dre se encontró con la periodista Dee Barnes en una fiesta. Barnes era la presentadora de Pump It Up!, que había cubierto la separación del rapero Ice Cube y el grupo N.W.A, del que Dre hacía parte. Molesto por el enfoque del programa, el productor de Los Ángeles golpeó a Barnes contra una pared, la arrastró por el pelo hasta el baño y allí la pateó. La demanda por agresión de Barnes se resolvió fuera de los tribunales, y Dre apenas fue condenado a una multa, libertad condicional y 240 horas de servicio comunitario. Al final de 1992 lanzó The Chronic, un clásico del rap con el que ayudó a consolidar el sonido de la Costa Oeste. Se hizo millonario y luego billonario mientras que Barnes fue marginada de los medios y la industria. El hip-hop recibió con los brazos abiertos a Dre para coronarlo como líder, y, en general, guardó silencio.
dream hampton acababa de llegar de Detroit a Nueva York para estudiar cine en NYU, y hacía parte del equipo de la mítica revista The Source. Luego de la paliza brutal de Dre a Barnes, publicó una editorial titulado «R.E.S.P.E.C.T.»: «El hip-hop debe responsabilizarse y ayudar a eliminar la perpetuación de la destrucción de la comunidad negra, es decir, de las mujeres negras. No tiene ningún lugar al interior de una música revolucionaria». Fue una de las pocas voces que criticó a Dre, y al pacto de silencio del que se beneficiaba.
Durante las últimas tres décadas, dream hampton —las minúsculas de su nombre son un homenaje a la feminista afroamericana bell hooks— ha cultivado una obra que incluye Decoded (2010), el libro que escribió para Jay-Z; Surviving R. Kelly (2019), el documental que expuso la violencia sexual de la estrella del R&B; y la serie de Netflix Ladies First: A Story of Women in Hip-Hop (2023), una contrahistoria que se centra en el rol protagónico de las mujeres en esta cultura. Es una de las grandes periodistas de la historia del hip-hop. Y cuando el hip-hop cumplió cincuenta años, en 2023, hampton encontró dos cajas con cintas que había grabado entre 1993 y 1995, protagonizadas por Method Man, Onyx, Cypress Hill, Mobb Deep, Q-Tip, Lady of Rage y, sobre todo, The Notorious B.I.G. Entonces el rap vivía una edad dorada y rompía barreras artísticas y comerciales, y ella había estado ahí para registrarlo, para criticarlo. Este archivo fue la base de su nuevo documental, publicado en 2024: It was all a dream.
«No es fácil ser una mujer en el mundo rudo del hip-hop», dice hampton durante el documental. E incluso si no lo dijera, queda claro. Hay una escena en la que las raperas Nikki D, Boss, LeShaun y Hurricane G discuten los dobles estándares que enfrentan para tener las mismas oportunidades que sus pares masculinos, otra que revela las formas agresivas en las que Biggie trataba a Lil’ Kim y una más en la que hampton cuestiona a Guru: ¿por qué los raperos quieren matar a las mujeres en todas sus canciones? It was all a dream, con la narración siempre aguda de hampton, es una ventana al inicio de debates sobre machismo, abuso y libertad creativa que entonces eran urgentes y que, treinta años después, por desgracia, no han perdido vigencia al interior del hip-hop.
Este documental también funciona como marco para entender la historia y los retos del periodismo hip-hop, que empezaba a tomar forma en los noventa, a través de revistas como The Source o The Village Voice. Vemos a hampton en busca de su voz, una voz que le permita ser crítica, pero también adentrarse en los estudios y los carros llenos de humo de marihuana que ella también fumaba en abundancia. Al mismo tiempo que It was all a dream es un baúl de recuerdos inéditos para los aficionados del rap, ilustra los retos de escribir de tus amigos sin perder criterio ni exigencia. hampton a veces se queda corta en esta búsqueda, y así lo admite, frustrada, ante la cámara. No vemos su entrevista con 2Pac, pero sí su reacción: «No sé si fui lo suficientemente retadora». Esta historia también se trata del proceso, de todos los años necesarios para pulir enfoques y encontrar tonos, para hacerlo cada vez mejor, seas rapero o periodista.
It was all a dream duele y molesta, pero también emociona, enternece, hace reír. hampton nos deja ver otra cara de su amigo y vecino Biggie —el título del documental viene del inicio ya clásico de «Juicy», uno de sus principales éxitos, y su hijo participa como productor ejecutivo—, mucho más juguetona, mucho menos prevenida. Una sesión de estudio con Lord Finesse ilustra los debates del rap de finales del siglo XX y ayuda a entender mejor su carrera, sus decisiones, incluso su proceso de escritura. Incluso nos acerca a su beef con Wu-Tang Clan. Por esto y por todas las estrellas que captura, It was all a dream pasa de inmediato a la lista de grandes documentales del hip-hop. Es una pieza fundamental para entender el rap en general, y en particular esa explosión creativa y comercial de mediados de los noventa. Si el legado de hampton ya era monumental, esta obra eleva su nombre aún más en el panorama de grandes pensadores y cronistas del hip-hop, junto con el de Greg Tate, o el de Jeff Weiss.
Soy periodista de rap y Biggie es mi rapero favorito, así que el documental me había conquistado antes de que empezara. Y al verlo, sentí que estaba viendo un álbum de fotos familiar en el que mis papás salían más jovenes y me enseñaban otra cara, una que no conocía. Las reflexiones de hampton también resuenan en mí y en mi quehacer: cómo adentrarme en el rap y poder criticarlo, cómo llevar amistades con personas que también son mis fuentes, cómo mantener un horizonte ético firme entre tantas entrevistas, reseñas y crónicas, entre tantas fiestas y conciertos. Sobre todo, mi aspecto favorito de It was all a dream es que no intenta solucionar sus contradicciones: las observa con paciencia, las deja respirar, baila con ellas mientras busca el ángulo desde el que pueda pensarlas. La voz de hampton no sentencia, duda. Y ante la inmediatez estridente e hiperbólica en la que a veces caemos los periodistas de rap, quizás esta es la pista que me llevo de equipaje.
It was all a dream, de dream hampton, se proyectará en el festival In-Edit el domingo 27 de abril, a las 3 de la tarde, en la Universidad EAN. Compra tus entradas aquí.
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