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Diez años del sello In-Correcto

19 de noviembre de 2025 - 12:43 pm
El colectivo bogotano celebra una década de insurgencia cultural: una apuesta por lo latino que escapa a los clichés, una curaduría experimental en constante evolución y la formación de públicos y comunidad, con la autogestión como eje vertebral.   
Gato 'e Monte y La Muchacha son algunos de los artistas que ha publicado In-Correcto durante esta década. Foto de Tilo Gómez.
Gato ‘e Monte y La Muchacha son algunos de los artistas que ha publicado In-Correcto durante esta década. Foto de Tilo Gómez.

Diez años del sello In-Correcto

19 de noviembre de 2025
El colectivo bogotano celebra una década de insurgencia cultural: una apuesta por lo latino que escapa a los clichés, una curaduría experimental en constante evolución y la formación de públicos y comunidad, con la autogestión como eje vertebral.   

«Espacio in-dependiente para la creación colectiva. Agitadores de masas diminutas», dice su Bandcamp. «Se ha caracterizado por su irreverencia y constante cuestionamiento a las dinámicas culturales de la ciudad», propone un medio. «Ha marcado la manera de entender los sellos / colectivos independientes a partir del trabajo justo y colectivo poniéndose la vara cada vez más alta sin dejar de lado lo principal: encontrar los sonidos y textos que incomoden lo convencional», señala otro. Así empezamos a entender de qué va In-Correcto, sello y colectivo bogotano que este mes cumple diez años de revistas, fiestas, conciertos y discos en los que converge un pulso subterráneo de contracultura bogotana, colombiana y latinoamericana.

Santiago Álvarez y Camila Cadavid lanzaron la revista In-Correcto el 12 de noviembre de 2015, inspirados en parte en proyectos como la revista Chapinero que Eduardo Arias y Karl Troller llevaban en los ochenta. Fue el punto de partida para lo que Álvarez dijo luego que era la unión de «todas las formas de lucha en el desarrollo cultural de una geografía». 

En marzo de 2016 —junto con el segundo número de la revista y una fiesta profondos— llegó el primer lanzamiento: El Sudaca Contraataca Vol I. Junto a él, en Bandcamp, había un manifiesto: 

«Se nos dice generalmente que la globalización es una mierda y, en muchas cosas, lo es. Es cierto, disminuye nuestro PIB, se incrementa la deuda pública, la competencia entre los locales y los extranjeros es desigual y se corre el riesgo de perder la raíz cultural. Todo eso es cierto. Sin embargo, se nos ocultan también todas las posibilidades que la propia globalización trae consigo; la globalización, antes de ser buena o mala, sencillamente es. El azadón y el mouse son herramientas, cada cual igual de valiosas. El synth y la guacharaca, son instrumentos, cada cual igual de valiosos. El Sudaca Contraataca Vol. I es un compilado en el cual nos encargamos de buscar propuestas musicales de distintos artistas latinoamericanos que lograran unir su raíz con su contexto. Desde Argentina hasta México, pasando por Brasil, Perú y Colombia, hemos escuchado el retumbar de los bajos y de las guainas, entendiendo en su sonido que las formas de resistencia ya no son las armas, sino el baile». 

Desde entonces, han sido 213 lanzamientos, entre los que se encuentran tres volúmenes más de El Sudaca Contraataca; compilaciones como Estamos por la utopía: sonidos de emergencia contra el Estado Policial colombiano (2020) —cuyas ganancias fueron donadas a la ONG Temblores—, Cuarentemas (2020) —temas pandémicos, caseros— y A los jóvenes de ayer (Homenaje a Charly García en sus primeros 70 años) (2021); y discos de La Muchacha, Hermanos Menores, Margarita Siempre Viva, Briela Ojeda, Felipe Orjuela, Gato ‘e Monte, BUHA 2030, Ana María Vahos, San Pedro Bonfim, Lalo Cortés, Indiazo y más. 

De forma quizás silenciosa, alérgica a la pompa, la huella de In-Correcto está tatuada en el ecosistema musical bogotano de la última década.

«Siempre buscamos incomodar», repitió Álvarez en una entrevista sobre sus lanzamientos y conciertos. «Que no siempre sea la música que quieres escuchar el viernes pa’ relajarte o distraerte, sino que como espectador te contraríe un poco y te genere preguntas». Esas preguntas han sido impulsadas por todos los eventos y festivales que In-Correcto ha realizado durante estos diez años, por los que han pasado —además de músicos colombianos como Lucrecia Dalt— artistas latinos como Badsista (Brasil), Diego Lorenzini (Chile), Rosario Alfonso (Chile), Lechuga Zafiro (Uruguay) y Lolabúm (Ecuador).

Este fin de semana, 21 y 22 de noviembre, llega el 10º Festival In-Correcto. La alineación agrupa a Chico Trujillo, La Muchacha, Matías Aguayo, Dengue Dengue Dengue!, Ana María Oramas, Blanco Teta, Brenda, BUHA 2030, Cheetah Latina, Chúpame El Dedo, Conjunto Media Luna, Genosidra, Julián Mayorga, Lalo Cortés, Maria Manuela, Mariscos, Phran, Radamel, Rata Piano, SanPedro Bonfim, Santiago Navas y 2AT. Puedes comprar tus entradas aquí. 

Sobre todo esto y más hablé con Santiago Álvarez, cofundador de In-Correcto. 

Con El Derroche, de Felipe Orjuela, In-Correcto se abre a la música tropical. Foto de Tilo Gómez.
Con El Derroche, de Felipe Orjuela, In-Correcto se abre a la música tropical. Foto de Tilo Gómez.

Este ha sido un año interesante para los conciertos en Bogotá, con la debacle de Kendrick Lamar, cada vez más conciertos masivos y una celebración de la ciudad como epicentro del gran entretenimiento musical en la región. ¿Cómo se para ahí In-Correcto como festival y como sello?

La apuesta de In-Correcto ahí es la que ha sido una constante en esta década de trabajo: acercar a al público bogotano a una música que no hace parte de la megaindustria, traer propuestas que es muy difícil escuchar si proyectos como In-Correcto no se ponen la 10 para jugársela por una curaduría atrevida y que salga de esos cánones del negocio, de festivales grandotes que suelen tener los mismos artistas. Esa es nuestra postura, haciendo mucho énfasis en lo latinoamericano. Y aunque ha habido ocasiones en las que todos los artistas del festival son latinoamericanos, que es importante para nosotros, a veces hemos cedido en nuestra ideología, específicamente el año pasado con Tarta Relena y DJ Nigga Fox. Entonces la importancia del lugar donde estamos parados es ofrecer una curaduría no convencional y con una ideología bien marcada también hacia lo experimental, hacia formas de música que no sean las más convencionales.

Claro, han sido diez años de explorar, defender y ampliar la música latinoamericana, con series como El Sudaca Contraataca. Y ahora parece que que estamos en un momento de auge latino, como se puede apreciar en los últimos discos de Bad Bunny y Karol G. ¿Cómo han visto ustedes esta noción de música latinoamericana en esta década? ¿Qué giro le dan a ese auge?

Sí, la historia de la industria musical suele ser cíclica en esos aspectos. El mercado está en busca de oasis que resulten atractivos, y lo latino se ha posicionado muy bien ahí con la música y los discursos. Eso hace que en ciertos momentos se caiga en la exotización. Los ejemplos de Bad Bunny y Karol G hablan de eso, de cómo se supone que es lo latino. Es una pregunta que nosotros nos hacemos constantemente. Tiene un aspecto caricaturesco: si tú eres latino entonces sabes bailar, haces música con guacharaca y vives debajo de una palmera. Y a veces lo latino no es eso, sino que se encuentran muchas referencias de la geografía, que es muy diversa. Se puede investigar o usar como referencia creativa desde muchas partes. 

Desde In-Correcto ha sido valioso hacer ese acercamiento amplio y ecléctico a diferentes músicas que igual sí relatan la experiencia latinoamericana. Una banda como Hermanos Menores sabe hablar perfectamente en sus composiciones de lo que es ser latinoamericano sin caer en la exotización del bongó y «mamacita», «papacito» que está muy en boga ahorita por la tendencia global. Nuestra piedra fundacional ideológicamente es muy contracultural, y en la medida en que se siga jugando al latino exotizado —o parametrizado, digamos— para el mercado, más buscaremos el quiebre, como creo que igual mucha gente lo está haciendo desde desde muchas orillas para desmarcarse de esa exotización. 

Desde 2015 hasta ahora, ¿qué cambios han visto en el ecosistema cultural y musical en Bogotá?

Yo creo que nosotros nos incrustamos en toda esta movida en un momento de florecimiento que venía de un bache terrible, la anglosajonización de la movida. Todo el mundo cantaba en inglés y hacía rocksito tipo The Halll Effect o El Sie7e. Y nosotros llegamos en un momento de exploración, se estaban comenzando a abrir ventanas que estaban selladas, y la gente empezó a abrirlas —a reabrirlas, todo esto es cíclico— para darle relevancia a muchos caminos que ya estaban ahí, pero muy subcutáneos hasta entonces. Desde entonces, la industria, como buen sabueso, se ha dado cuenta de la efervescencia y pluralidad que tiene esta ciudad a nivel musical. A raíz de eso ha llegado mucha más industria a capitalizar eso. 

Cuando empezamos la revista nos parábamos en una esquina muy contracultural, el raye con la vaina nos resultaba conveniente ideológicamente para marcar una postura frente al mundo. Pero hoy, haciendo la retrospectiva de cómo ha cambiado todo, el desarrollo de los medios está un video, aunque depende de un asunto más global, de lo que se ha vuelto el periodismo con la viralidad. Ha habido avances que hacen que el camino sea más fácil, pero también retrocesos que quién sabe cuándo se vuelvan a restablecer.

¿Cuáles son cinco lanzamientos de In-Correcto que sintetizan el espíritu del sello en los distintos momentos de esta década?

El Sudaca Contraataca Vol. IV (2020). Es el más experimental de nuestra primera serie, nuestra primera intención. 

Faro (2017), de Tristán Alumbra. Fue primer disco que nos abocamos a grabar y que marca como una diferenciación dentro de lo que estaba haciendo In-Correcto, una vertiente que sigue explorada, pero ahorita más callada: el rock.

Canciones Crudas (2020), de La Muchacha. Fue nuestro primer gran éxito, y dimos un vuelco hacia la canción del autor.  

El Derroche (2023), de Felipe Orjuela. Habla del inicio de otra vertiente en el sello, la música tropical; tropical tropical, no tan electrónica. 

Cuarentemas (2020). Es una compilación de canciones grabadas en la pandemia. Como estábamos encerrados, la premisa era que cada quien lo grabara en su casa con lo que tuviera al alcance. Hay un tema de La Muchacha que está grabado con celu, otro de Ana María Vahos, otro de Meridian Brother porque Eblis Álvarez tenía estudio en la casa. Y así.

Entonces de la experimentación electrónica latina han pasado al rock a la canción de autor a la música tropical. ¿Cuáles son los intereses musicales del sello hoy?

Como ha funcionado es que no nos cerramos, sino que nos dejamos deslumbrar por lo que vaya llegando, independientemente de su raíz musical. Podría haberle dicho en su momento que estábamos re tramados con el slam, y queríamos fichar a alguien de esa movida, que en Bogotá es severa, pero sucede más de la otra forma, en realidad. Dejarse sorprender por por lo que vaya llegando y tener los oídos bien despiertos para poder llegar a esos talentos que están bajo las piedas en esta ciudad donde pasan tantas cosas, con tantas sonoridades. 

¿Cuáles son los talentos que más lo han deslumbrado?

Hay muchos casos. Haber traído a Margarita Siempre Viva a Bogotá me pareció una cosa muy loca, no esperaba ese nivel de respuesta del público bogotano; al final solo sacamos un EP por Bandcamp —Lentas nubes de fuego—, pero me impresionó el fenómeno. En lo musical, recuerdo cuando vi a Ana María Vahos, Gato ‘e Monte también me pareció impresionante, La Muchacha… Toda la música que sacamos me parece una puta chimba. 

¿Cuál es su balance de estos diez años de In-Correcto? ¿Cómo imaginan o desean que sea la siguiente década?

En la medida en que estos son ejercicios muy nucleares o que obedecen a unos nodos muy específicos, es difícil pensar en la proyección. Al ser esfuerzos tan demandantes, generan cansancio, resquemor y agotamiento. Algo importante para In-Correcto ha sido la formación de públicos. Y si el público da un cimiento, seguiremos estando. Pero también hay que entender cuando los parches ya lo dieron todo, y estar muy receptivo a entender los momentums. En estos diez años hemos estado en un momentum efervescente. Pero, como diría Álvaro Uribe, si ustedes me olvidan me amarro una piedra y me boto al río Magdalena. Si el público no está esperando o da por sentado In-Correcto, si no es constante ni está pendiente ni toma esto como algo suyo, In-Correcto deja de existir. Si la gente deja de necesitarlo, pierde su vigencia. Necesitamos ese toma y dame. Considero que hemos sido un dinamizador de muchos colectivos y muchos parches que han visto que que en realidad no es tan difícil hacer las cosas. La manera independiente y autosostenible da esperanzas a muchos parches, muestra un camino. Si esa fue la labor de In-Correcto, me parece perfecto. 

¿Cuál es la apuesta de la curaduría de este festival?

Intentamos hacer una síntesis de los sonidos que han habitado en In-Correcto en en esta década con el apoyo y la presencia de los artistas nacionales con los que hemos trabajado y hemos publicado. Ahí hay una amplitud de géneros muy grande. Están el Conjunto Media Luna, Buha 2030, La Muchacha, Lalo Cortés. Eso lo intentamos complementar con grupos de afuera que nos parece que entran en ese espectro curatorial que ha tenido In-Correcto. Entre esas apuestas hay unas más de nicho como Blanco Teta, que hace rato quería que el público bogotano pudiera ver, u otras más mainstream, dentro de lo que nos gusta, como Chico Trujillo. Hay posturas políticas frente a la fiesta y el ritmo con Matías Aguayo, pero también Denge Dengue Dengue!, una vertiente hacia el global bass y lo tropical. En el festival está la curaduría discográfica del sello, complementada con artistas latinoamericanos que nos parece que son completamente pertinentes.

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