Con Tropicoqueta, su quinto disco —y el segundo bajo su sello Bichota Records—, Karol G va más allá del reggaetón para explorar la versatilidad de la tradición musical latina. Desde la cumbia villera hasta la balada pop le permiten ampliar sus horizontes. Esta no es solamente una reinvención, sino una expansión calculada. Al adoptar géneros como el mariachi, la bachata, el vallenato y el mambo entre otros—ritmos familiares para generaciones excluidas de su playlist urbana—, Karol G teje un puente entre la nostalgia y la urgencia identitaria de una comunidad bajo asedio. Tropicoqueta es un mapa sonoro, una declaración política.
Y sí, también un imán de polémicas.
Aquí van cinco claves para desentrañarlo.
De «Bichota» a «Tropicoqueta»
Han pasado cuatro años desde que Karol G se autoproclamó la «Bichota» en su disco KGO516. Era un término cargado: en Puerto Rico, los bichotes —originalmente «big shots», en Estados Unidos— son narcos de alta jerarquía. La cantante paisa, entonces, resignificó el término para referirse a una mujer dueña de lo suyo y que no depende de nadie. La identidad de «Bichota» la acompañó durante el ciclo de su disco Mañana será Bonito, con el que, entre otros récords, logró convertirse en la primera artista latina en hacer una gira global de estadios, fue nombrada Mujer del Año en 2024 según Billboard. El término caló tan hondó que le dio nombre a su propio sello, Bichota Records, a través del cual no solo es dueña de su catálogo, sino que puede responder creativamente a sus propios intereses, sin intermediarios ni presiones.
Tropicoqueta presenta su nueva personalidad: «más allá de hablar de sonidos tropicales, se trata de toda la alegría que carga mi corazón, de andar por el mundo, conocer el mundo y reivindicar nuestra cultura en cada lugar al que voy», dijo. Si en Mañana Será Bonito el motor era esa mirada introspectiva y dolorosa, producto de una relación tóxica que inspiró sus canciones más vulnerables, con las que tantas personas se pudieron identificar, en Tropicoqueta apunta a la reivindicación de lo latino como una fuente inagotable de inspiración. También hay una gran responsabilidad: representar a todos los latinoamericanos alrededor del mundo. El legado de Selena Quintanilla, a quien referencia constantemente en sus entrevista como la responsable de que se dedicara a la música, se dibuja como una inspiración.
Si bien las temáticas de Tropicoqueta no se alejan de lo que hemos escuchado en sus discos anteriores —fiesta deshinibida, mujeres latinas fuertes e independientes y un diario íntimo y emocional de lo que viene tras una ruptura—, esta nueva identidad está marcada principalmente por su exploración de ritmos latinos que van del tecnomerengue a la bachata, pasando por el vallenato, el reggae, el mariachi sinfónico, el mambo y la cumbia villera. Así se conecta con toda la amplitud del folclor regional.
La diversidad de la música latina
Karol G viene de recaudar un total de $313 millones de dólares y vender 2.3 millones de entradas en 62 shows con la gira de Mañana será bonito, un disco con el que logró tener dieciséis canciones en el Hot Latin Songs, lista semanal que clasifica las canciones latinas más populares en Estados Unidos, publicada por la revista Billboard.
¿Qué sigue después de esto? ¿Cómo innovar sin perder relevancia? ¿Cómo mantenerse en la cima y hacia dónde más escalar? Aunque en el 2025 el reggaetón sea el género latino más masivo, muchas generaciones no comulgan con sus letras explícitas. Pero la historia es otra si le dices a tu mamá que Karol G sacó una canción con Marco Antonio Solís, o que ahora hace baladas y bachatas, mambos y cumbias. Con Tropicoqueta ya logró superar su propio récord: sus veinte canciones aparecieron simultáneamente en el Hot Latin Songs.
Bien lo decía Wittgenstein: «los límites de mi mundo, son los límites de mi lenguaje». Si a punta de himnos de reggaetón te has comido el mundo, quizás puedas doblar la apuesta abriéndote a otros géneros. A la admiración genuina se puede sumar una estrategia para conquistar nuevos oídos.
En Tropicoqueta, Karol G es la Barbie Emisoras. Tiene una canción para cada estación del dial, desde la balada pop en «Ivonny Bonita», el tecnomerengue en «Papasito», la cumbia villera en «Cuando muera te olvido», la bachata en «Amiga mía» y «Si antes te hubiera conocido», el funk carioca en «Bandida entrenada», el vallenato «No puedo vivir sin él», el reggae en «Viajando por el mundo», el mariachi sinfónico en «Ese hombre es malo», el mambo en la canción que bautiza el disco y el rocksito sideral del interludio «A su boca la amo», con un sample de «And I Love Her» de Los Beatles.
Puede que en la era del streaming parezca obsoleto hablar de emisoras, pero hay toda una audiencia que sigue conectando con las curadurías específicas que ofrecen emisoras especializadas en géneros como el vallenato, la música popular o la música alternativas. Los catálogos de esos nichos suelen concentrarse en los clásicos: es difícil lograr que sus oyentes escuchen nuevas propuestas. Karol G lo sabe y con Tropicoqueta logra penetrar esa barrera para alcanzarlos en su zona conocida y cómoda.
Lo que no cuadra
En su reseña del disco para Pitchfork, Tatiana Lee Rodriguez escribe que Tropicoqueta «se aventura por Latinoamérica con alma y precisión. No hay intentos de reinvención del género; este álbum honra los ritmos colombianos, puertorriqueños, panameños, dominicanos, mexicanos, brasileños y cubanos al entregarlos en su forma más pura. Es un tributo a la música que le enseñó a sentir antes de enseñarle a actuar. Tropicoqueta no es solo el trabajo más expansivo de Karol G, es el más investigado».
Aún así, hay algo que no termina de cuajar.
Tropicoqueta ha destacado por su versatilidad, y lo ha hecho, además, apelando a lo familiar. No sé por qué, pero no puedo evitar pensar en Patricia Teherán cuando escucho «No puedo vivir sin él» o en La Quinta Estación con «Coleccionando heridas», o en «Ay amor» de Los Melódicos en su canción «Papasito». El coro de «Ivonny Bonita» me suena como el intro de «Be My Lover» y el intro de «Latina Foreva» se me parece a «Dile» de Don Omar. Y ni siquiera hemos llegado a los sampleos directos: «Careless Whisper» en «Cuando me muera te olvido», «And I Love Her» de los Beatles en «A su boca la amo», y el «Mambo No.5» de Pérez Prado en «Tropicoqueta».
Karol G ha dicho que una cosa es copiarse y otra cosa es inspirarse. La fórmula ya la hemos visto antes en canciones como «Amarillo» de J Balvin, que remite a «Angela» de Saian Supa Crew; «Con Calma» de Daddy Yankee, con «Informer» de Snow; o «Todo de Ti» de Rauw Alejandro, con «Big girls don´t cry» de Fergie. Y cómo olvidar cuando Missy Elliott demandó a Bad Bunny por plagio, y ganó, por el uso en «Safaera» de la melodía de «Get Ur Freak On».
En el déjà vu sonoro que propone buena parte de Tropicoqueta, apenas hay un mínimo esfuerzo por desmarcarse de las canciones reconocibles del pasado. ¿Cómo suena una cumbia al estilo Karol G? No lo sabemos, solo escuchamos su cover mientras reversiona las melodías de un género a otro. Ella podría pagar arreglistas, productores y músicos para hacer algo genuino, único y desde ceros. Podría arriesgarse. Optó, en cambio, por mantenerse en el territorio seguro del homenaje, y así deja pasar la oportunidad de proponer algo novedoso.
Nostalgia y mujeres
La portada de Tropicoqueta es un guiño a la histórica contribución de Discos Fuentes en la música tropical colombiana; recuerda las históricas selecciones de fin de año con los 14 Cañonazos Bailables y las mujeres que acompañaban estos compilados. Asimismo, la portada es un homenaje a las vedettes de los años cuarenta: se expresaban libremente en el baile a través del cabaret, el burlesque y el cine, eran señaladas y juzgadas por una sociedad conservadora, y tuvieron que enfrentar muchos prejuicios para atravesar, con dignidad y orgullo, su pasión por la noche, el baile y la actuación.
Como parte de la campaña de expectativa de Tropicoqueta, Karol G se reunió con algunas de las referentes de la época dorada de las telenovelas mexicanas —íconos de la cultura pop latina— en el trailer del álbum, que parece una novela de Televisa cargada de drama, celos y amor. Anahí y Ninel Conde de Rebelde, Itatí Cantoral (la histórica villana Soraya Montenegro en María la del barrio), y Gabriela Spanic (protagonista de La Usurpadora) encarnan las típicas escenas de miradas de odio sostenidas, traiciones viscerales y bofetadas.
Además, Karol G se sentó con la periodista cubanoestadounidense Cristina Saralegui en una entrega especial de El Show de Cristina, que dejó de emitirse en el 2010. «Al latino le costó mucho llegar a un punto donde se sintiera orgulloso de venir de donde viene, de hablar como habla, de nuestras culturas. Siento que lo estábamos logrando, y de cierta manera vuelvo a sentir que hay un miedo a decir “soy de aquí”, hay un miedo de hablar en el idioma en el que hablamos, y quiero decirle a la gente que nunca dejen de sentirse orgullosos de donde venimos», contó la colombiana sobre lo que percibe como un proceso de involución. «Los latinos lo que somos es gente echada pa´lante, que donde nos paramos hay evolución, grandeza, magia, amor, pasión, creatividad, o sea, muchas grandes cosas en el mundo han pasado gracias al trabajo que hacemos».
Esta edición especial de El Show de Cristina —cuya anfritriona, inmigrante cubana, se convirtió en un referente en la televisión latinoamericana y estadounidense por sus entrevistas con Selena Quintanilla, Shakira, Ricky Martin, Jennifer López o Celia Cruz— se transmitió, como siempre, por Univisión, la cadena televisiva más importante para la comunidad hispanohablante en Estados Unidos. No es un gesto menor en un momento doloroso en el que esta comunidad es perseguida, deportada y señalada injustamente.
La reivindicación de lo latino en tiempos hostiles
En tiempos en los que cierto acento, color de piel o determinada nacionalidad pueden provocar detenciones arbitrarias y deportaciones ilegales, ante la falta de credibilidad de los medios y políticos tradicionales, la voz de los artistas cobra relevancia. La resistencia, esa lucha por los sueños que propone Karol G en sus entrevistas, toma sentido para una comunidad que la tiene como referente. Sus canciones pueden ser un refugio familiar para soportar momentos complejos, para viajar por un momento a donde están los suyos.
Si DeBÍ TiRAR MáS FOToS de Bad Bunny marcó el regreso del ídolo boricua a sus tierras y afianzó su defensa de la soberanía de Puerto Rico como una isla independiente —y libre de turistas que han llegado a gentrificar varias de las principales ciudades latinoamericanas—, Tropicoqueta de Karol G conecta con la comunidad latina y principalmente con las mujeres desde el sentimiento de representación. Puede ser la referente femenina más relevante de esta época en un contexto difícil para la diáspora migrante.
La soberanía que defiende Karol G es la de las mujeres: en este disco habla de la autonomía corporal en «Ivonny Bonita», la sororidad en «Amiga Mía», la liberación de relaciones tóxicas y ciclos de dolor en «Ese hombre es malo» y la imposición de límites y la toma de control en «Un Gatito Me Llamó».
En las entrevistas no pierde la oportunidad para reivindicar la fuerza con la que millones de mujeres resonaron a lo largo de su gira de Mañana será Bonito, y cómo la música se convirtió en su herramienta de catarsis, para motivarse frente a la vida, bien sea tras una ruptura amorosa o cualquier situación dolorosa que se presente en el camino.
Tropicoqueta demuestra su curiosidad latente por encontrar otros lugares de enunciación, unos que desafíen su lugar en la industria y le permitan mostrar la versatilidad de su voz. Alcanza otras audiencias no desde las imposiciones del mercado angloparlante —como solía ocurrir— sino apostando por el potencial de otras músicas latinas más allá del reggaetón. Para Karol G, todo lo que surge de estas tierras tiene la capacidad de seducir los oídos del mundo, como lo hizo la salsa en su época dorada, como lo ha hecho constantemente la cumbia y cómo lo harán ritmos que se consumen localmente, pero que en la voz de una artista con el impacto y la maquinaria de Karol G pueden expandirse globalmente.
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