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Los cinco del 24: ARTES PLÁSTICAS Y VISUALES

Diálogos entre oficios, obras creadas colectivamente con productores locales o con las dinámicas de un barrio, novelas y poemas recontextualizados. Estas son cinco muestras artísticas destacadas del año.
Linda Pongutá, Punta del dedo, 2024, en la exposición Null. Dimensiones variables. Carbón de madera, cerámica quemada, hierro. Foto cortesía: apexart.org
Linda Pongutá, Punta del dedo, 2024, en la exposición Null. Dimensiones variables. Carbón de madera, cerámica quemada, hierro. Foto cortesía: apexart.org

Los cinco del 24: ARTES PLÁSTICAS Y VISUALES

Diálogos entre oficios, obras creadas colectivamente con productores locales o con las dinámicas de un barrio, novelas y poemas recontextualizados. Estas son cinco muestras artísticas destacadas del año.

Este demostró ser un año activo dentro de la escena de las artes plásticas y visuales en Bogotá, con una buena selección de exposiciones en espacios independientes como Más allá, Otro espacio, Flotante, Cachorra, NADA, Apartamento, Madrastra o desde galerías privadas e instituciones como Odeón, NC-arte, las Salas de ARTBO y el Banco de la República, por nombrar solo algunos. El campo del arte tiene mucho que contar, aunque pocos pueden darse el lujo de crear catálogos o publicaciones pensando en la posteridad. Uno quisiera que por lo menos existiera un buen archivo de las exposiciones en los historiales de las páginas web, pero también los territorios digitales siguen siendo frágiles (se necesitan buenas plataformas, recursos y al menos un par de personas que alimenten esta información), así que no todo se encuentra documentado.

Para cerrar el año, quisiera destacar cinco exposiciones que encuentro valiosas por sus procesos de construcción, producción de obra y puesta en escena.

 

Null, curaduría por William Contreras Alfonso y Linda Pongutá. 

 El título de esta exposición, que ocupó tres pisos de un edificio abandonado de Telecom, evoca un término usado en matemáticas y en programación que se refiere a lo desconocido o lo no accesible. En este caso sirve como punto de partida para la producción de proyectos, entendiendo que el vacío o el edificio abandonado no es necesariamente un espacio muerto sino uno con potencial para convertirse en algo más. Los artistas convocados crearon sus obras a partir de un entorno definido por la quiebra de la empresa estatal, por el deteriorado ambiente del centro de Bogotá y por la comunidad que habita el barrio Santa Fe. A diferencia de una curaduría tradicional, William explica que, a partir del diálogo con cuatro artistas, el proyecto fue ampliándose de manera rizomática incorporando nuevas intervenciones en el espacio. Al final, la exposición incluyó a dieciocho artistas y colectivos, con un total de 35 obras (sin contar las intervenciones y performances). 

Más que apostar por obras acabadas para instalar en el lugar, la producción pasó por la sensibilización con el espacio y el entorno, e incluyó la experimentación y el error como parte del proceso. Por ejemplo, fue a través de un colectivo que trabaja con organizaciones del sector, que invitaron a House de ángeles para que convocaran un «Ball Drag» titulado Kiki Ball: satélites y monstruos colombianos. También, Matilde Guerrero desarrolló una procesión por el barrio, con una reproducción de la estatua de Leo Kopp (la original se encuentra en el Cementerio Central), a la cual la comunidad continúa rindiendo tributo, dejándole ofrendas en su tumba como petición de apoyo. 

María Mercedes Carranza / El oficio de vestirse. Fotos: cortesía Biblioteca Nacional de Colombia
María Mercedes Carranza / El oficio de vestirse. Fotos: cortesía Biblioteca Nacional de Colombia

María Mercedes Carranza / El oficio de vestirse, curaduría por Melibea, Carolina Cerón, María Juliana Vargas, Lucas Ospina y Jerónimo Pizarro. 

Esta muestra, presentada en la Biblioteca Nacional de Colombia, propuso una revisión del material donado por Melibea Garavito Carranza al BADAC (Banco de Archivos Digitales de la Universidad de los Andes). El archivo no solo cuenta con una compilación de escritos, notas, cartas, diarios y libros, sino también con objetos personales como muebles, collares, gafas, labiales. Los poemas fueron los detonantes para desarrollar la exposición, convirtiéndose en elementos clave para crear constelaciones con materiales diversos que no necesariamente correspondían a una cronología estricta. A través de cuadernos en blanco, sellos, frases sueltas, postales con fotografías, cada visitante podía producir «su propia versión» de la muestra. Un catálogo único e irrepetible que permitía un diálogo nuevo entre los textos de Carranza tanto en su faceta de poeta y figura pública, como en su dimensión social, política y, al mismo tiempo, desde su lado íntimo y personal. El equipo curatorial, junto a la cuidadosa museografía de Laura Cuervo Restrepo, produjo un entorno propicio para la interacción de los visitantes con los objetos y el espacio. Cabe anotar que esta exposición aprovechó el acervo de la Biblioteca Nacional para ampliar el material expuesto. La primera versión de la muestra, más reducida, se presentó en la sala Luis Caballero de la Universidad de los Andes entre diciembre de 2023 y febrero de 2024.  

El fin del afán. José Sanín Caney, Silla mecedora, 2024. Foto: Juan Antonio Monsalve. Cortesía: Departamento temporal de los objetos.

El fin del afán, curaduría por Liliana Andrade 

El fin del afán inició su recorrido en el espacio expositivo de SN Macarena, sin embargo, la muestra se extendió y se insertó en la casa diseñada en 1972 por el arquitecto Jacques Moseri. La propuesta entiende que los oficios de artistas, escritores, y diseñadores muchas veces van de la mano, se entremezclan o, al menos, establecen conversaciones.  En la exposición, los textos no se convierten necesariamente en material de apoyo para los objetos, ni los objetos ilustran el texto. La curaduría de Liliana Andrade es parte de una investigación de ocho años sobre la cultura material doméstica. En este caso, parte de un diálogo que estableció con José Sanín Caney, quien diseñó una mecedora que desató lo que ambos describen como las resonancias entre los textos y objetos del entorno doméstico. A los escritores se les ofreció una pauta, pero no se les mostró los objetos a los que sus textos hacían referencia, permitiendo que, a través de memorias, impresiones o reflexiones y los objetos se convirtieran en un vehículo más para habitar el espacio y lo que nos resulta familiar. 

Colaboraciones locales. Vista general de la sala de Plural. Los grupos que trabajaron colaborativamente incluyeron a Nicolás Barrera con Estudio Terrazzo, Eder Gallego con Alumetaltec, M Jiménez con Todo D’ Telar, Juan Sebastián Peláez con Cartongroup y Marianna Velasco con Juglans & Regia. Foto: cortesía Plural.
Colaboraciones locales. Vista general de la sala de Plural. Los grupos que trabajaron colaborativamente incluyeron a Nicolás Barrera con Estudio Terrazzo, Eder Gallego con Alumetaltec, M Jiménez con Todo D’ Telar, Juan Sebastián Peláez con Cartongroup y Marianna Velasco con Juglans & Regia. Foto: cortesía Plural.

Colaboraciones locales, curaduría por Nicolás Barrera, Andrea Gálvez, Juan Fernando López y Andrea Muñoz 

TERCER ESPACIO es un proyecto del espacio cultural Plural en el que, a partir de inquietudes específicas, se invita a artistas y curadores a producir espacios de encuentro. En esta sexta edición el tema fue Colaboraciones locales. Entendiendo que una obra no se crea individualmente, sino que su construcción involucra a otros, establecieron un diálogo con productores locales de metal, cartón, concreto, tejido y madera del barrio San Felipe, para crear una serie de obras junto a otros artistas. Colaboraciones locales exhibió la producción de las piezas, tuvo además una «medioteca» donde se comparten procesos y materiales, e incluyó talleres y charlas sobre las experiencias grupales. En esta muestra, los límites de lo que es arte o diseño no parecieron importantes, y fue más relevante el diálogo que se estableció entre todos y sus quehaceres, permitiendo el desarrollo de unas obras en las que predominó la experimentación. 

La vorágine más allá, 2024. Foto de Ricardo Rodriguez, cortesía de Mapa Teatro.
La vorágine más allá, 2024. Foto de Ricardo Rodriguez, cortesía de Mapa Teatro.

La vorágine más allá, Mapa Teatro, dirigida por Heidi y Rolf Abderhalden 

En 2024 se celebró el centenario de La vorágine. Esta novela de José Eustasio Rivera propició la creación de diversas exposiciones, pabellones y obras que abordaron las temáticas de la novela y sus referentes urgentes: la selva amazónica y la Orinoquía, el extractivismo, la crisis climática y los aportes del conocimiento ancestral de los pueblos ubicados en estos territorios. La vorágine más allá fue parte de estas propuestas. Los codirectores Heidi y Rolf mantuvieron un diálogo directo con los Nukak, un pueblo indígena de tradición nómada que ha sido afectado por la violencia y por los desplazamientos forzados en la región. El montaje rompió con la estructura escénica teatral convencional y, en sintonía con otras obras previas de Mapa Teatro, los actores y espectadores compartían el mismo espacio, interactuando y desdibujando los límites entre instalación y performance. La sala se convirtió en un cubo al cual se ingresaba por los extremos laterales y, a través de telas y transparencias sobre las que se proyectaban imágenes, se podía vislumbrar el espacio central con los actores y las siluetas de los otros espectadores que se encontraban en la pared opuesta. Las visuales y las narraciones eran acompañadas con fragmentos de la novela en español y otros traducidos a la lengua nukak. La traducción (y el proceso mismo de diálogo establecido para llevarla a cabo) y el «no entender» se convirtieron en parte esencial de la experiencia: la extrañeza de escuchar la lengua nukak nos permitió reconocer su presencia y replantear La vorágine desde otra perspectiva. 

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