ETAPA 3 | Televisión

La pandemia como criatura mítica

26 de marzo de 2025 - 11:47 am
Cinco años después de que la pandemia del Covid-19 empezara en Colombia, publicamos este pasaje de Lo que estábamos buscando: de la pandemia como criatura mítica, un libro del italiano Alessandro Baricco de la editorial Anagrama. Debemos pensar la pandemia más allá de la emergencia sanitaria, propone Baricco: es un mito que contagió las mentes antes que los cuerpos, un mito que quizás estábamos buscando para hacerle frente a la dirección en la que avanzaba el mundo a toda velocidad.
El 6 de marzo de 2020 se confirmó el primer caso de Covid-19 en Colombia. Foto: Nathalia Angarita, de Unimedios.
El 6 de marzo de 2020 se confirmó el primer caso de Covid-19 en Colombia. Foto: Nathalia Angarita, de Unimedios.

La pandemia como criatura mítica

26 de marzo de 2025
Cinco años después de que la pandemia del Covid-19 empezara en Colombia, publicamos este pasaje de Lo que estábamos buscando: de la pandemia como criatura mítica, un libro del italiano Alessandro Baricco de la editorial Anagrama. Debemos pensar la pandemia más allá de la emergencia sanitaria, propone Baricco: es un mito que contagió las mentes antes que los cuerpos, un mito que quizás estábamos buscando para hacerle frente a la dirección en la que avanzaba el mundo a toda velocidad.

Traducción: Diana Agámez

 

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En una entrevista, Jung recordó haber predicho el ascenso al poder  de  Hitler  simplemente  escuchando  los  sueños  de  sus pacientes  en  los  años  inmediatamente  anteriores  al advenimiento  del  nazismo.  Intentaba  explicar  con  ello  que  la historia  a  menudo  no  es  más  que  la  conversión  en acontecimiento  de  ciertas  pulsiones  del  inconsciente  colectivo.

Lo  útil  de  esta  teoría  es  la  idea  de  que,  más  allá  de  las opiniones  formalizadas  por  los  individuos,  existen  creencias colectivas  por  así  decir  asintomáticas:  brotan  y  se  propagan utilizando  la  conciencia  individual  como  incubadora inconsciente  y permanecen  sustancialmente  ilegibles  hasta  el momento  en  que  emergen  con  la  rapidez  de  una  pandemia, cuando se compactan en una sola figura de significado, ya sea atroz  o  virtuosa.  Así  descrita,  la  historia  deja  de  ser simplemente  un  fenómeno  generado  por  aquellas  lógicas  que los historiadores están encargados de descifrar, y entra de lleno en el ámbito del hacer mítico: se convierte en historia aquello que  los  humanos  no  saben  qué  piensan  hasta  que  no  logran producirlo  para  sí  mismos,  sintetizarlo  y  nombrarlo  en  forma de acontecimiento histórico.

La Pandemia es un acontecimiento histórico de este tipo.

 

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La  Historia  es  aquello  que  alcanzamos  a  pronunciar  de nuestras  premoniciones. Es  siempre  eco  de  una  profecía, desordenada ceremonia de una confesión, tardía detonación de instintos  reprimidos  durante  largo  tiempo.  La  Historia  es  un grito.

Quien no siente ese grito no puede escuchar, y por lo tanto se  limita  a  observar.  Aquello  que  provoca  esa  sordera  es  un detrito mudo: los nombres avalados por las ciencias.

Los nombres de la ciencia son las caracolas que permanecen en  la  arena  cuando  la  ola  del  Mito  se  retira  atraída  por  los campos magnéticos de las mareas.

Virus: moluscos.

 

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Se  debería  entonces  pensar  la  Pandemia  como  criatura mítica.  Mucho  más  compleja  que  una  simple  emergencia sanitaria,  representa  una  construcción colectiva  en  la  que diversos  saberes  e  ignorancias  han  empujado  en  una  misma dirección.  Inofensivos  eventos  deportivos,  perfiles  sociales aparentemente  insignificantes,  gobiernos  frágiles,  periódicos  al borde  de  la  quiebra,  simples  aeropuertos,  años  de  política sanitaria,  el  pensamiento  de  innumerables  intelectuales, comportamientos  sociales  arraigados  en  las  más  antiguas tradiciones, aplicaciones tecnológicas que de repente se revelan muy útiles, el regreso al escenario de los expertos, la silenciosa existencia  de  los  gigantes  de  la  economía  digital;  todo  ha trabajado  para  generar  no  un  virus,  sino  una  criatura  mítica que,  desde  el  inicio  del  virus,  se  ha  apoderado  de  toda  la atención  y  todas  las  vidas  del  mundo.  Primero,  y  más  rápido que  la  enfermedad  misma,  está  la  figura  mítica  que  ha contagiado al mundo. Esa es la verdadera Pandemia: antes que tocar los cuerpos de los individuos, toca el imaginario colectivo.

Es  la  explosión  de  una  figura  mítica,  con  una  potencia  y velocidad  desconcertantes.  No  es  casualidad  que  a  muchos  les recordase  la  experiencia  de  la  guerra.  Las  circunstancias prácticas  son  diferentes  —no  se  dispara  una  sola  bala,  no  hay enemigos—,  pero  lo  que  mucha  gente  ha  registrado  en  su memoria  es  que  el  otro  único  acontecimiento  que  tuvo  un efecto pandémico tan implacable fue la guerra. Instintivamente, la Pandemia se alinea con las otras grandes criaturas míticas de las que se tiene memoria y se acepta por lo que realmente es: un contagio de mentes antes que de cuerpos.

Instintivamente, la Pandemia se alinea con las otras grandes criaturas míticas de las que se tiene memoria y se acepta por lo que realmente es: un contagio de mentes antes que de cuerpos.

Seda y Novecento son dos de los libros más reconocidos de Alessandro Baricco (Torino, 1958). Su obra es publicada en español por la Editorial Anagrama .
Seda y Novecento son dos de los libros más reconocidos de Alessandro Baricco (Torino, 1958). Su obra es publicada en español por la Editorial Anagrama .

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Antes de la Pandemia ya se registraba una actividad sísmica inusual  allí  donde  un  cierto  sentir  colectivo  asintomático  se desbordaba  hasta  generar  historia.  En  poco  tiempo,  varias figuras  míticas  de  proporciones  considerables  comenzaron  a rediseñar,  como  impulsadas  por  una  urgencia  repentina,  el skyline  mental  de  los  humanos.  Mientras  la  revolución  digital construía imparable en todo el planeta el mito por excelencia, el  de  la  tierra  prometida,  en  áreas  más  limitadas  del  mundo florecían  grandes  relatos  mitológicos  de  espléndida  factura:  la guerra contra el terrorismo, la amenaza de los inmigrantes, la emergencia  del  cambio  climático,  con  un  gran  clásico  en perspectiva: el fin del mundo. Después de décadas de aparente anemia  mítica,  un  magma  subterráneo  de  altísimas temperaturas parecía haber encontrado una boca desde la que erupcionar –rugido y resplandor.

Luego, la Pandemia.

 

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Afirmar  que  la  Pandemia  es  una  creación  mítica  no  quiere decir que sea una fábula, ni mucho menos que no sea real. Al contrario,  implica  saber con  certeza  que  una  gran  cantidad  de decisiones  muy  reales  primero  la  hicieron  posible,  luego  la invocaron  y  después definitivamente  la generaron,  ensamblándola  a  partir  de  un  número  infinito  de  pequeños  y grandes comportamientos prácticos. En ellos se puede leer una especie de voluntad mayoritaria, una corriente dominante, que desde hace tiempo fluía en una dirección muy clara. Se podría decir  que  casi  todas  las  elecciones  de  cualquier  tipo  que  han tomado  los  seres  humanos  en  los  últimos  cincuenta  años parecen  haber  sido  a  propósito  para  crear  las  condiciones  de una  pandemia.  No  necesariamente  negativa  o  mortal,  y seguramente no limitada por el estrecho marco de un suceso de tipo sanitario. Se ha trabajado mucho para crear un terreno de juego  único  en  el  que  moverse  con  una  velocidad  y  una facilidad nunca antes conocidas: vale la pena recordar cómo, si tenemos  que  elegir  una  palabra  para  nombrar  esta  marcha asombrosa,  acabamos  eligiendo,  con  un  instinto  seguro,  la palabra  viral.  Hemos  reconstruido  un  Todo,  o  mejor  dicho, varios  Todo.  Hacer  correr  por  ahí  información,  dinero, números, noticias o música cambia poco las cosas: es siempre un  juego  pandémico.  Si  un  virus  hace  su  aparición,  no  puede desencadenar  nada  más  que  una  pandemia.  Quizás  no  la primera  vez,  quizás  tampoco  la  segunda.  Pero  está  claro  que tarde o temprano sucederá.

Puede parecer extraño decirlo, pero evidentemente es lo que estábamos buscando.

Nota: agradecemos a la Editorial Anagrama por permitirnos publicar este fragmento de Lo que estábamos buscando, de Alessandro Baricco. 

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