Curandero del Chocó
La selva es un epicentro vital, un refugio de vida con una invaluable riqueza medicinal, donde las plantas ofrecen esperanza de curación y supervivencia. Pero está amenazada y urge protegerla como un tesoro sagrado. La selva es esencial para la existencia humana y el equilibrio ecológico. Es necesario un manejo responsable y culturalmente arraigado para su preservación y es muy importante conservar y cuidar este santuario natural para las generaciones futuras. Debemos reconocer y valorar la selva como un pilar fundamental de nuestra existencia.
Gerente del Comité Departamental de Ganaderos de Caquetá
La selva para nosotros es el origen del agua y el agua es la madre de la carne y la leche que se produce en la ganadería. Por lo tanto, la selva es ese manto protector que nos permite a los ganaderos sostenibles avanzar con una productividad que es cada vez más amigable con el agua, el suelo, el paisaje y, por supuesto, con el árbol, el cual es un elemento fundamental de la cobertura boscosa de la selva. Nos proponemos devolver ochocientas mil hectáreas de nuevo al bosque caqueteño.
Representante de la Asociación de Familias Productoras Capricho Guaviare (ASOFAPROCAGUA)
La selva es vida, es fundamental en nuestro entorno, es como un órgano del cuerpo, sin él no funciona, es oxígeno, es agua, es vida para el ser humano, para las plantas, los animales, es lo máximo que tenemos que cuidar; económicamente para mi familia y mi comunidad representa un sustento, generando vida sana a través de los frutos y servicios que nos brinda. La selva nos ha permitido, como mujeres, empoderarnos a través del proyecto Las Caprichosas, donde transformamos los frutos como seje, asaí, copoazú, cocona, arazá y borojó; todos los encontramos en nuestro bosque y son tomados para insumo de los productos que vendemos en la panadería.
Guía turístico para el avistamiento de aves en Guaviare
La selva es la fuente de vida que nos provee de nuestro alimento, nuestro refugio y nuestra medicina; en sus caños y en sus ríos nos refrescamos, navegamos. Con el paso de los años, comprendí el valor de ese ecosistema, el mismo que me dio una segunda oportunidad. Una vez fui minero, sé del daño y la contaminación que hice. Por eso es muy importante que aprendamos a cuidarla y a conservarla.
Pedagogo, especialista en Estudios Amazónicos (Universidad Nacional de Leticia)
Nuestra Casa Madre. La selva es la máxima expresión del verde y su multiplicidad de tonos. Arropa desde hace muchos siglos a seres humanos, la fauna y la flora en sus tiempos, en una comunión armoniosa para no afectar sus sensibles interacciones o ecosistemas. Después de ser maltratada a fondo por todas las oleadas extractivistas, de paso, afectando las sociedades ancestrales, hoy, casi que tardíamente, se empieza a entender todo el papel que cumple como el mayor regulador climático. ¡Estamos en las manos de la selva!
Descendiente del pueblo Tatuyo del Vaupés
La selva que vemos ante los ojos del mundo es solo la representación de seres invisibles que tomaron forma. Es una ciudad tanto para la gente cielo, la gente agua, la gente piedra, la gente pez, la gente anaconda y todos los pueblos indígenas congregados en este lugar. Todos venimos de un mundo espiritual para tener representación en este mundo. En pocas palabras, la selva somos gente, personas, seres que tienen vida, y nuestro propósito es producir comida en abundancia, del más diminuto al más grande. Los árboles, más conocidos como la tribu Yukû Mahâ, gente árboles, son muy respetados. Los Sabedores debemos pedir permiso para tumbar la chagra, para la buena cosecha; mediante el rezo, mediante la prevención; nosotros le hacemos curación y así evitamos accidentes, enfermedades. De otra manera los seres invisibles no nos dejarían vivir. Lo que el hombre conoce como el calentamiento global es conocido antiguamente como Royeturike, la venganza del sol: si atacamos a los seres invisibles o asesinamos a los pueblos indígenas que los representan, como lo hicieron los grandes conquistadores de Europa, el Yukû Mahâ cobra venganza y permite que ingresen las enfermedades del sol.
Habitante de Mapiripán, Meta
La selva es un bosque espeso con millones de hectáreas y muchísimos ríos, caños y humedales. Es una inmensa manzana sobre la que a su alrededor hay países, ciudades y pueblos con gentes que aprendimos a convivir con ella y con sus habitantes naturales: la fauna y nuestros hermanos indígenas viven dentro del monte espeso. Son los indígenas y la fauna la razón de ser de la conservación de lo que queda de frondosidad hasta el momento. La selva es un ser especial que requiere con urgencia la protección de todos y todas. Es una fábrica de agua y una fábrica de oxígeno. Nos provee parte de la lluvia que requerimos los habitantes más próximos para nuestros cultivos, pastizales y animales de granja en general. Sus nubes cargadas de agua y su aire cargado de oxígeno se esparcen por los países del mundo llevando vida a pueblos lejanos, pueblos que ignoran que la selva es tan grande como vulnerable y solo quienes tenemos contacto con ella sabemos del cuidado requerido para dejarles fuentes de vida a nuestras generaciones futuras, nuestro hijos e hijas.
Directora de Poblaciones del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes
La selva es el espíritu, origen y camino que gobierna a la Amazonía. Ni buena, ni mala. Con sus reglas: no tocar, no hacer ruido y pedir permiso. Mantiene el equilibrio entre el mundo físico y el mundo espiritual. Si aceptamos que la selva es parte nuestra y nosotras parte de la selva, hay abundancia, salud, fortaleza espiritual, podemos convivir en armonía entre los dos mundos. La selva alimenta nuestro espíritu, el cuerpo físico y el territorio que habitamos. Si ella está bien, todos, todas y todes estamos bien. En tiempos de crisis climática, el mandato es comprender que todes somos selva y por lo tanto debemos cuidar el espíritu del mundo.
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