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El alma de los objetos

¿Qué significado tiene para Colombia el naufragio del galeón San José? ¿Qué luces puede arrojar su estudio? ¿Qué importa más, el valor monetario de los objetos que descansan en el lecho marino o su carga simbólica? GACETA presenta una conversación para imaginar un futuro distinto sobre los objetos del pasado. Una forma de cambiar la narrativa de la riqueza material por la comprensión de nuestro patrimonio.

El alma de los objetos

¿Qué significado tiene para Colombia el naufragio del galeón San José? ¿Qué luces puede arrojar su estudio? ¿Qué importa más, el valor monetario de los objetos que descansan en el lecho marino o su carga simbólica? GACETA presenta una conversación para imaginar un futuro distinto sobre los objetos del pasado. Una forma de cambiar la narrativa de la riqueza material por la comprensión de nuestro patrimonio.

Simón Posada: El tema del galeón San José tiene cuatro palabras prohibidas: tesoro, propiedad, extracción e intervención.  ¿Por qué?

Alhena Caicedo: Porque no definen lo que vamos a hacer. No hablamos de un tesoro, no vamos a hacer ninguna extracción, ni estamos hablando de un tema de propiedad, aunque está involucrada. Queremos cambiar nuestra aproximación y plantear otros ángulos a la ciudadanía.

Contraalmirante Hermann León: Es un lenguaje nuevo el que se propone sobre lo que puede representar para la historia el galeón, que va más allá de una propiedad en disputa. Esta es una misión científica y cultural al corazón del galeón San José: estamos encontrando su espíritu. El cuento del tesoro quedó atrás, ahora se trata del alma de los objetos, de la información, del conocimiento. Además, hay algo incontestable: es de todos los colombianos y de las futuras generaciones.

El proyecto tiene cuatro fases: la caracterización, la recolección superficial, la documentación y seguimiento de evidencias arqueológicas, y el inicio de un protocolo de conservación preventiva. ¿Podemos hablar de esas fases?

AC: La primera fase, como con cualquier yacimiento arqueológico, es un diagnóstico para saber en qué condiciones está, si ha habido alguna intervención o qué cambios ha tenido durante estos trescientos años. Con esa información podemos tomar decisiones sobre qué habría que hacer de cara a las preguntas de la investigación científica. Eso incluye responder algo que se da por hecho y es si efectivamente este es el galeón San José. Para saberlo tenemos que recurrir a muchas fuentes y una de ellas puede ser, por ejemplo, sacar algún objeto y tomar una muestra para saber cómo se comporta en relación con la atmósfera. Eso nos permite saber si las cosas se desbaratan y si tendríamos que tener un protocolo específico de conservación, si queremos tener una pieza de muestra aquí arriba de lo que el galeón es allá abajo. Esa es una última fase que tendrá que hacerse con investigación. Hasta que no sepamos cómo se comportan las cosas en el trópico y en la atmósfera, no vamos a poder tener ninguna garantía.

Contraalmirante,  ¿dónde estaba usted en 2015 cuando se hizo este primer hallazgo? ¿Cómo fue ese día?

CHL: En 2015 propusimos una expedición conjunta con el Estado, el Ministerio de Cultura, la Armada Nacional y la Dirección General Marítima (Dimar). Yo era el jefe de proyecto. Ese día fue maravilloso.  Al galeón San José lo llamaban el santo grial de la arqueología moderna. Mi labor era organizar la seguridad de la operación. Desde tierra ordenaba y mandaba los equipos de la Armada a hacer vigilancia, control y monitoreo exhaustivos. El gobierno nos permitió traer a una empresa estadounidense, la Woods Hole Oceanographic Institution, que tenía los mejores equipos en ese momento, y con ella hicimos el hallazgo.

La exploración oceánica es como la exploración lunar y ese ha sido mi trabajo desde hace quince años.

En 2022 pusimos un radar permanente atendiendo el sitio y patrullamos con buques, aeronaves, submarinos y con nuestros guardacostas. Con Alhena pudimos visitar el lugar en varias oportunidades y percatarnos del estado en el cual se encuentra.

¿Han hecho nuevas tomas de imágenes o inmersiones?

AC: El proyecto arrancó en mayo. Tuvimos la primera campaña en el sitio y fue de carácter no intrusivo. Queríamos mirar de nuevo la situación actual del yacimiento. Con un ROV [Remotely Operated Vehicle] observamos el estado de las cosas y monitoreamos la información que teníamos de 2022 para saber qué había pasado desde entonces, y avanzamos en esta primera fase de diagnóstico y comprensión de lo que es el yacimiento.

¿En qué condiciones está?

AC: Las condiciones son ideales. No ha sucedido ninguna intrusión humana. Nadie ha tocado el galeón. Se han dado cambios, evidentemente, porque es un contexto donde hay dinamismo, fauna y movimientos de sedimento, y los objetos se mueven. Pero pudimos hacer monitoreos y reconocer algunas transformaciones y anomalías, pues el radar puede detectar que hay algo que se ve distinto. Las anomalías se clasifican entre muy importantes, medianamente importantes y no tan importantes, así se determina la prioridad para analizarlas, previendo que pudiéramos encontrar nuevos objetos o evidencias.

CHL: Después se manda al robot, se toman fotografías, se hace un análisis, se elabora una hipótesis. Una anomalía también puede ser geomorfológica, como un volcán submarino en la plataforma continental de Colombia o una pieza en un yacimiento arqueológico. Son hallazgos para la ciencia, es lo bonito de este gran proceso, transformar el conocimiento que existe hasta ahora en esa área arqueológica protegida y que seamos los pioneros.

Si alguien intentara extraer algo a seiscientos metros de profundidad, necesitaría equipo especializado. Sin embargo, hubo una denuncia en enero de 2021 que ya fue trasladada a la Fiscalía por un presunto saqueo en el galeón San José. ¿Fue así?

AC: Se han presentado muchas denuncias. Habría que ver qué acceso tienen a la información quienes denuncian. Los monitoreos de la Dimar y la Armada de Colombia han ratificado que no se han presentado intrusiones. El sitio cambia, las corrientes marinas mueven las cosas, pero eso no es evidencia de que alguien haya metido la mano. Porque, como bien dices, para que alguien hiciera eso necesitaría equipos de alto nivel.

¿Con qué instituciones nacionales o extranjeras tienen alianzas?

CHL: En este momento solo trabajamos con la capacidad del Estado e ingenieros colombianos. La Armada Nacional trabaja en líneas de investigación robótica: conectamos el robot desde seiscientos metros de profundidad con el buque, el buque con el satélite, y los alineamos perfectamente peleando contra el viento y las olas. A su vez, el ICANH [Instituto Colombiano de Antropología e Historia] trabaja con sus investigadores, porque el robot puede tomar la pieza, pero el que sabe de qué se trata es el historiador y el que conoce su manejo es el conservador. Así creamos un tipo de conocimiento por el que podríamos ser una potencia mundial en arqueología.

¿Qué datos se podrían revelar?

AC: Actualmente estamos analizando la información surgida del último levantamiento para saber qué anomalías son importantes. Hicimos un barrido amplio e identificamos cosas nuevas que siguen siendo hipótesis. Es presumible que hayamos encontrado objetos no identificados antes, como anclas. Todavía es apresurado sacar conclusiones, pero tenemos avances.

Se sabe que hay porcelana china y, al parecer, oro. ¿Qué otros objetos hay allí?

AC: Se han encontrado muchos tipos de materiales, metales como hierro, oro, también indicios de cerámica, botijas, porcelana, vidrio.

CHL: Elementos interesantes de madera que no habíamos encontrado antes. Es que un buque de guerra es un pedazo de la humanidad contenida en un espacio de cuarenta y cinco metros que refleja cómo vivían los hombres, qué comían, cómo se construía un barco, cómo peleaban, qué cañones usaban…

¿Qué se puede aprender de este lugar?

AC: El galeón conecta el final del siglo XVII con el inicio del XVIII. Estas eran embarcaciones de guerra y comerciales con un tipo de arquitectura naval que dejó de hacerse. Es parte de la historia colonial. Sin duda alguna nos va a revelar una cantidad de secretos sobre el momento; nos puede contar cómo era ese comercio interoceánico, el tipo de mercancías que se transportaban de un lado al otro.

¿Por qué hay porcelana china?

AC: Lo interesante es que la porcelana china no aparece en los archivos oficiales, es decir, era contrabando. La única manera de saber que estaba siendo contrabandeada es el análisis arqueológico, que nos puede decir qué más había en el galeón además de la carga oficial. Eso también implica conocer las facetas oscuras de la Colonia.

¿Hay restos humanos?

AC: No, por el tiempo que ha pasado es muy poco probable.

CHL: La hipótesis es que, en un ambiente oligotrófico (entornos con tan bajos niveles de nutrientes que no ofrecen lo necesario para sostener la vida), un naufragio se convierte en un gran suministro para las especies, que crean un ecosistema nuevo. Ese naufragio se transforma, por lo general, en un arrecife artificial que desaparece tras unos cincuenta años, cuando se come toda la materia orgánica, la madera, los cabos, las velas, la comida…

Es decir que es un milagro que tras trescientos años todavía haya madera.

CHL: Claro. Es el proceso de sucesión biológica lo que explica, por ejemplo, que hayamos encontrado el sitio lleno de conchas marinas. Los bivalvos se fijan a la madera, se alimentan, y cuando se acaba la materia orgánica mueren y quedan los vestigios de conchas. Ese es un gran hallazgo que se corroboró en otros lados del mundo. Ahora hay peces, cangrejos y algunos animales para los que el sitio es un refugio. Los biólogos les decían «guardianes de cañones» a unos peces que están siempre alrededor de los cañones, como buscando protección.

¿Cómo se están manejando las expectativas de otros países en términos legales?

AC: Las nociones de tesoro y de propiedad generan disputas. Para Colombia esto es un patrimonio cultural y arqueológico, que tiene una faceta de propiedad, pero del que nos interesa más su faceta simbólica, para quién es significativo esto y no a quién le pertenece. Esto significa reconocer el galeón como un patrimonio que habla de una historia común.

No es solamente la historia de quienes hoy somos colombianos y colombianas, sino la historia de mucha gente que hizo posible que el galeón fuera lo que fue. Ese reconocimiento simbólico es también contar el lado de la historia que generalmente se oculta, la pluralidad de aristas, de gente y de voces que no se habían tenido en cuenta en la historia del galeón. Por eso es interesante que los compañeros de Bolivia digan qué les interesa, al igual que España, pues todo tiene que ser visible. Pero tenemos un reto grande y es que si seguimos pensando en términos solamente de la propiedad, nunca vamos a entender lo que significa lo común.

¿Cómo lo entienden los bolivianos y los españoles?

AC: Se ha planteado cambiar los términos históricos de la conversación. Durante mucho tiempo nuestra relación con España fue desigual. Pero en pleno siglo XXI podemos mirarnos a los ojos, reconocernos como repúblicas independientes y abrir la conversación para pensar qué significa un patrimonio compartido.

Lo mismo con la gente de Bolivia o con cualquier otro pueblo indígena que se sienta interpelado por el galeón San José. Parte de lo que queremos que nos enseñe el galeón es reivindicar la diversidad de voces que están detrás de esta historia.

¿Cómo sería posible que todos gozaran de ese patrimonio compartido?

AC: Reconociendo el valor simbólico del patrimonio para que múltiples voces puedan hablar y reivindicarse como parte de él o reivindicar ese patrimonio como parte de sí. Es cuestión de voluntad, no un problema de propiedad.

No estamos hablando de si a este le corresponde un pedazo de propiedad y a este otro no, queremos pensarel patrimonio más allá de los lugares comunes.

CHL: La propiedad se convierte en un elemento que nos separa, porque es tuyo o es mío, y eso no permite construir.

Colombia es signataria de las principales convenciones de patrimonio cultural y natural de la humanidad, por eso proponemos encontrar puntos de unión en los que, de igual a igual, nos encontremos en este galeón que es parte de la historia de América y de la humanidad.

Colombia no está suscrita a la Unesco. ¿Qué papel cumple esta organización si nuestro país no está obligado a respetar la soberanía española del galeón?

AC: Lo que establece la Unesco sobre la gestión general del patrimonio arqueológico es muy similar a la importancia que tiene para nosotros la conservación del patrimonio, así que nos alineamos en términos técnicos con la institución. Y si Colombia no ha firmado la convención con la Unesco es debido a lo que considera el derecho de bandera, es decir, que quienes firman aceptan el hecho de que un barco es de propiedad de la bandera que tenía. Tenemos un criterio distinto. Para nosotros lo que era España en el siglo XVII ahora es Colombia; por tanto, Colombia tiene también soberanía sobre ese espacio.

En esta fase preliminar, ¿sería descabellado pensar en un museo?

AC: Un museo es la mejor manera de mostrar los alcances de la investigación que hemos hecho. Ahora, ¿qué museo? ¿Cómo? ¿Dónde? Son preguntas que tendremos que responder con el tiempo. La museología da alternativas maravillosas para acceder a lo que se encuentra  en el yacimiento, pero también para entender la riqueza múltiple de ese patrimonio, para explorar las respuestas a las múltiples preguntas sobre el galeón. Es un reto para la imaginación saber qué es lo que queremos que se dé a conocer y qué es lo que nos importa valorar para que la ciudadanía se lo apropie y sienta que el galeón es colombiano.

No es entonces sacar unos objetos y ponerlos en una vitrina, pues hay muchas otras maneras de hacer un museo…

AC: Sin duda. La tecnología será una herramienta fundamental. Aunque también la parte material es importante, pero está supeditada a las pistas que la investigación científica nos dé sobre cómo nos relacionamos y conservamos esa materialidad por las condiciones en las que está.

Sin saber cómo se comportan los objetos fuera del mar, ¿hay garantías para extraerlos?

CHL: Tenemos que estar seguros de poder conservar las piezas y su información arqueológica. Necesitamos evidencia científica para saber si es posible conservar en un laboratorio de Cartagena una pieza de hace trescientos años. Pero la ciencia nos permite hacer recreaciones a nivel sensorial con imágenes, videos y figuras del espectro electromagnético que pueden recrear ambientes para niños, profesionales o especialistas. Así que ya tenemos disponible nuestro primer museo virtual del proyecto y un libro que contiene todo. Aquí todo es público, no estamos ocultando absolutamente nada.

¿Y la investigación puede revelar que las piezas se conservan mejor allá abajo y que no vamos a tener ni un gramo de oro fuera del mar?

AC: Es posible.

Toda exploración arqueológica tiene unas preguntas y unas hipótesis. ¿Cuáles son en este caso?

AC: Depende de cómo avance la investigación. Estamos en la primera etapa del diagnóstico. Fue un gran avance que en 2015 hayamos encontrado el sitio en la inmensidad del mar Caribe. Ahora empezaremos a explorar qué sabemos. Uno de los objetivos de esta campaña era encontrar cómo se conformó este yacimiento. Los relatos dicen que al parecer hubo una explosión. Es una hipótesis de por qué se hundió el galeón. Pero eso lo tenemos que comprobar con la evidencia arqueológica, con la manera como el barco se hundió, con los pesos y la distancia que hay entre un sitio y el posible lugar donde decantó. Sabemos dónde está la mayor parte del barco, pero la otra parte de pronto se desbarató y está por ahí cerca.

¿Hay más detalles?

CHL: La hipótesis de la explosión tiene como base los relatos que se encontraron en Inglaterra y Cartagena. El Imperio británico quería estrangular al Imperio español, tal vez el más grande en el mundo con sus colonias en Filipinas, Baja California, Nuevo México, la Florida, Centroamérica y todo el sur hasta Chile. El Imperio español llevaba trescientos años dominando el mar, los barcos eran el símbolo del poder, pues no hay imperio sin una flota. Así que el Imperio británico organizó una red de espionaje en Jamaica, en Panamá e, incluso, en Cartagena para enterarse de lo que pasaba en América. Enfrentaron a la flota y se desató una batalla. En Inglaterra se le hace un juicio a ese espía y en Cartagena se hace una investigación con los once sobrevivientes del galeón. Los dos relatos dan pistas del instante y el lugar en el que sucedió la batalla y mencionan que en un momento del combate hubo una explosión tan fuerte que el fuego alcanzó a un barco ubicado a cien metros de otro, un buque de sesenta y cuatro cañones, imagínese la cantidad de pólvora y munición. La proa explota y se hunde en menos de lo que se reza un credo. Los únicos que sobreviven son once tripulantes, entre cerca de seiscientos, que estaban arriba, en los mástiles, y caen al mar.

Esta tragedia es curiosa en la historia porque fue una derrota para España y para Inglaterra y ambos imperios trataron de olvidar el asunto. Nadie ganó y por eso quedó oculta la información.

Entonces pudo suceder cualquier cosa…

CHL: Sí. Lo bonito del proyecto es que encontramos tres cuartas partes del buque intactas. Ahora es un pecio, partes de un naufragio, pero el buque mantiene sus estructuras de cuando cayó en el fondo del mar, los cañones están en las posiciones originales de sus cureñas, la proa está perdida, lo que puede explicarse con la explosión que habría ocasionado un hundimiento muy rápido. Nosotros hemos hecho ejercicios navales de hundimiento de barcos, de un misil contra una estructura, y claro que se hunde rápidamente por la explosión de un torpedo. ¡Imagínense el tamaño de la explosión! ¡No fue un accidente menor!

¿Cuáles son los riesgos a los que se expone en este momento el yacimiento arqueológico?

CHL: Hay riesgos originados por el hombre y riesgos naturales. El objetivo de este año es clasificarlos y presentar la información a quienes toman las decisiones. El principal que nos afecta desde el punto de vista humano es el saqueo. Lastimosamente la ambición humana es un gran peligro para todos los yacimientos arqueológicos del mundo: existe tráfico de bienes de patrimonio cultural y la ambición de sacar el oro y la plata. Hay otros accidentes que pueden ocurrir si no controlamos el área ya que no es imposible que un pesquero de arrastre pueda destruir un yacimiento.

¿A seiscientos metros un pesquero puede hacer eso?

CHL: Es posible. También por la industria petrolera o el tendido de una tubería o un cable submarinos para los que se necesite escarbar el fondo del mar. Por eso hicimos el área arqueológica, para controlar esos riesgos.

¿Y fenómenos meteorológicos como un tornado o un huracán?

CHL: El huracán Iota nos descubrió una cantidad de sitios en San Andrés que no conocíamos. Aparecieron cañones, barcos, anclas, porque la fuerza del mar es tan potente que afecta las aguas someras o muy bajitas. En seiscientos metros no. La amenaza natural son los deslizamientos submarinos, geológicos, desprendimientos de la plataforma.

¿De dónde salen los recursos para esta exploración?

AC: La fase de la investigación que arrancamos este año se hizo con dieciocho mil millones de pesos que cubrieron por partes iguales el Ministerio de Defensa y el Ministerio de las Culturas. Una cuestión sin antecedentes, un hito histórico maravilloso que celebramos y que esperamos sea productivo de aquí a muchos años más.

En la Sala Plena de la Corte Constitucional se determinó que el artículo del Plan de Desarrollo que buscaba crear una tasa de manejo y protección de bienes arqueológicos era inexequible. ¿Afecta esto en algo la situación del galeón?

AC: Afecta cualquier cosa que tenga que ver con el patrimonio arqueológico de Colombia, porque todo proyecto de desarrollo o de investigación que nos permita avanzar en mejores condiciones para este país requiere necesariamente que tengamos conciencia y cuidado con el patrimonio y su pasado. Hasta ahora eso no se ha llevado a cabo de la mejor manera. Creemos que una tasa lo permite. Si no se puede por cuestiones de la Corte, seguiremos intentando por otro lado. Acompasar el desarrollo, la investigación, el progreso para cuidar y conservar el patrimonio arqueológico es fundamental, y creo que hace parte de la propuesta de este gobierno.

¿Hay algún trabajo con universidades u otras instituciones en el país?

AC: En este momento hay apenas unos acercamientos con algunas universidades internacionales y centros de investigación. Estamos viendo la posibilidad de que esas alianzas se concreten, totalmente abiertos y deseosos de que ese tipo de intercambios sean posibles.

El galeón fue declarado la primera área arqueológica marítima protegida del país. ¿Habrá otras pronto?

CHL: Según estudios, Colombia tiene más de ciento veinte naufragios en su plataforma continental. Reconocer que el país es una potencia arqueológica nos enseña que debemos encontrar más naufragios y que debemos declararlos áreas arqueológicas.

Veintitrés académicos colombianos de diferentes universidades nacionales e instituciones internacionales escribieron una carta en la que compartieron su preocupación alrededor de la extracción de diferentes piezas del galeón. Y es que, si se hace para probar las capacidades técnicas, ¿por qué no se hace con otros yacimientos de menor importancia?

CHL: La ciencia se fundamenta en la investigación, no hay otra forma. Y nosotros no estamos aprendiendo, llevamos más de veinte años haciendo exploración oceanográfica dedicada al patrimonio, y más de sesenta años haciendo investigación oceanográfica en el país. Le hemos entregado las pruebas a Colombia de la defensa ante la Corte Internacional de Justicia. Hemos aprendido a predecir tsunamis y a controlar riesgos costeros. El ICANH lleva más de noventa años haciendo investigación arqueológica. Es pretencioso decir que los colombianos no somos capaces de enfrentar un proyecto de investigación de esta magnitud autónomamente y bajo un modelo en el que queremos crecer con todos los colombianos.

Por último, ¿cuál es el futuro del proyecto?

AC: Por ahora solamente tenemos segura la de este año, porque de este diagnóstico se tendrán que tomar las decisiones frente a lo que viene. Prevemos que el próximo año ya podremos contar con los resultados de estos análisis sobre las anomalías y las cuestiones de conservación, pero solamente tendremos la posibilidad de hacer un cronograma cuando tengamos unos resultados y unas conclusiones mínimas.

CHL: Para la Armada es una labor permanente en defensa del azul de la bandera. Seguiremos haciendo investigación científica en el mar. Cada día que salimos encontramos un naufragio, un hallazgo nuevo, un pez nuevo. En esta campaña un pez espada nos golpeó el robot y hemos encontrado tiburones de profundidad que no habíamos visto. La exploración del mar es una maravilla porque cada día nos trae más sorpresas. Es conocimiento puro para Colombia.

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