El periodista y escritor Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977) se ha hecho conocido gracias a novelas como Espía de Dios, Contrato con Dios y, sobre todo, la trilogía Reina roja: un gran exponente del thriller en español, con traducciones a cuarenta lenguas.
Hoy sus novelas son thrillers de ritmo vertiginoso, personajes icónicos y referencias culturales contemporáneas. ¿Cómo ha evolucionado su estilo desde las primeras novelas hasta la trilogía de Reina Roja?
Mis primeras novelas, como Espía de Dios, Contrato con Dios o El emblema del traidor estaban más ancladas en la estructura clásica del thriller. Con el tiempo, me fui alejando de los moldes más rígidos del género para desarrollar una voz más propia: capítulos cortos, narrativa frenética, personajes complejos y mucho juego con la complicidad del lector. En el Universo Reina Roja el estilo es más visual, y con una mayor dosis de humor e ironía. También he aprendido a dosificar mejor la información, a jugar con las expectativas y, sobre todo, a confiar más en el lector.
El personaje de Antonia Scott, protagonista de Reina Roja, ha fascinado a los lectores. ¿Qué implica escribir un personaje tan complejo?
Implica convivir con una mente brillante, pero también rota. Antonia es el tipo de personaje que te exige serle fiel en cada página. No puedo escribir algo que ella no haría o diría, porque los lectores lo notarían. También me ha obligado a explorar más la fragilidad humana y la forma en la que el cerebro nos juega malas pasadas. Me encanta escribir personajes femeninos fuertes, pero no desde la fuerza física o el cliché del «héroe de acción», sino desde su inteligencia, su vulnerabilidad y sus contradicciones.
Sus libros se caracterizan por capítulos cortos, suspenso constante y una narrativa muy visual. ¿Cuánto de esta estructura proviene del cine y las series de televisión?
Muchísimo. Crecí viendo películas de Spielberg, de Hitchcock, de Tarantino. El thriller literario comparte muchas herramientas con el cine: ritmo, montaje, sorpresa, tensión. Además, en un mundo donde competimos con Netflix, TikTok y el bombardeo constante de estímulos, el escritor tiene que intentar atrapar al lector.
En su obra hay un equilibrio entre el entretenimiento y la profundidad. ¿Cómo logra un thriller que no solo es adictivo, sino que también tiene un significado?
No creo en la falsa dicotomía entre literatura comercial y literatura con sustancia. Se puede escribir un thriller que te tenga pegado a las páginas y, al mismo tiempo, te haga pensar. Juego mucho con subtextos sobre el poder, la justicia, el miedo, el trauma, pero sin que el lector sienta que le estoy dando un sermón. Lo importante es que la historia funcione. El truco está en el equilibrio de las dos partes.
¿Cómo ha cambiado su relación con la escritura desde que sus novelas se han convertido en bestsellers y han sido adaptadas a otros formatos?
La presión es mayor, pero también el placer. Antes escribía sin saber si alguien me leería; ahora sé que hay lectores esperando mi próximo libro, y eso es un motor brutal. Lo que no ha cambiado es la esencia: sigo escribiendo lo que me apasiona, sin pensar demasiado en lo comercial. En resumen: escribo el libro que me gustaría leer a mí.
¿Qué tanto mercadeo hay en el éxito de sus obras?
Todo el que haga falta para que mis libros lleguen a más lectores. La historia es lo más importante, pero si nadie sabe que existe, de nada sirve. Uso redes, campañas, humor y mucho encuentro con los lectores (es lo que más me gusta). La literatura no tiene que ser aburrida ni solemne. Un libro es un producto cultural, pero también tiene que venderse. Y no tiene nada de malo reconocerlo.
¿Es meticuloso con la planificación o deja espacio para la improvisación?
Planifico mucho. Tengo esquemas, diagramas, notas, pero también dejo espacio para que la historia respire. A veces los personajes toman caminos inesperados, y hay que dejarlos hacer. Eso sí, siempre sé a dónde voy.
El thriller es un género dominado por autores anglosajones. ¿Cree que su éxito ha ayudado a posicionar esta literatura en español a nivel global?
Me gusta pensar que sí. Durante años, en las librerías parecía que el thriller bueno solo podía venir de Estados Unidos o los países nórdicos. Pero España y América Latina tienen una tradición narrativa brutal, y creo que estamos viviendo un momento en el que nuestros autores están conquistando el mundo. Si mis libros han abierto alguna puerta, me doy por satisfecho.
¿Cuál es el mayor desafío de innovar en un género con fórmulas tan establecidas?
Romper las reglas sin que el lector se sienta perdido. El thriller tiene ciertos ingredientes que los lectores esperan: un reloj en contra, tensión, giros. Si los eliminas por completo, ya no es un thriller. El truco está en jugar con esas reglas, cambiarlas, sorprender sin traicionar el pacto con el lector
Las adaptaciones audiovisuales de sus libros también son esperadas. ¿Cómo se siente al ver sus historias en otros formatos y qué tan involucrado está en el proceso?
Es una mezcla de emoción y vértigo. Adaptar un libro no es copiarlo, es transformarlo en otra cosa, y hay que aceptar que el lenguaje audiovisual es distinto. Intento estar involucrado lo suficiente para que la esencia se mantenga, pero sin entrometerme demasiado. La serie de Reina Roja es un ejemplo: han respetado la historia, pero también han aportado su visión. Amaya Muruzábal, Adriana Izquierdo y Koldo Serra [showrunner, productora de Amazon Studios y director de la serie, respectivamente], además de, por supuesto, Victoria Luengo y Hovik Keuchkerian [que interpretan a Antonia y Jon], han hecho que la serie de Reina Roja sea mejor que el libro.
Es un gran defensor de la lectura en todas las edades. En una era dominada por pantallas, redes sociales y series, ¿cómo se puede seguir atrayendo a nuevos lectores?
Contando historias que enganchen. No podemos exigir que la gente lea si lo que les ofrecemos es aburrido. La literatura tiene que ser emocionante, cercana, relevante. Además, hay que dejar de ver la tecnología como el enemigo: los audiolibros, los e-books, las redes, todo eso puede ser un aliado para acercar la lectura a más gente. Con los libros juveniles de Amanda Black, que coescribo con Bárbara Montes, estamos teniendo una acogida increíble. Nos encanta contar estas historias y demostrar, pese a lo que se dice, que los jóvenes sí que leen. Y mucho.
Además de escribir novelas, ha sido periodista y ha trabajado en medios. ¿Cómo ha influido su experiencia en el periodismo en su forma de narrar historias?
Me ha enseñado a ir al grano. En periodismo no tienes cincuenta páginas para describir un personaje; tienes que captarlo en una frase. También aprendí a investigar, a hacer preguntas, a dudar de las versiones oficiales. Todo eso está en mis novelas.
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