Los Chicago Bulls ganaron su primer campeonato en Los Ángeles, en el 91. ¿Es verdad que esa noche te colaste a la fiesta y celebraste con Michael Jordan?
¡Wow! Eso es una investigación profunda. Y sí, es cierto. Fue uno de los momentos más divertidos y memorables de mi vida. Tenía diecinueve años. No había ninguna razón por la que debía estar allí, solo era una chica de la universidad. No podía entrar por la puerta principal, así que me colé por la cocina y, caminando por ahí, tomé una copa de vino sucia, como si perteneciera al lugar. Solo entré, y ya. Tengo una foto de ese día: Michael Jordan está sosteniendo el trofeo y yo estoy justo ahí, con una copa vacía. Fue una gran noche: ellos eran divertidos y caballeros. No sé cómo encontraste esa información. Estoy impresionada.
Soy un gran aficionado de la NBA, así que tenía que empezar por ahí. Ahora sí: fuiste la primera mujer negra en ganar el premio a Mejor Dirección en Sundance, en ser nominada a mejor película en los Oscar, en dirigir una película con un presupuesto de más de cien millones de dólares. Pero también has hablado de cómo te conflictúa ese título de «la primera mujer negra en…». Entonces, ¿qué cineastas negras te inspiraron a ti?
Gracias por esta pregunta. Hay una cineasta increíble llamada Julie Dash, que hizo una película llamada Daughters of the Dust unos treinta años antes de que yo siquiera tomara una cámara. Es una película extraordinaria, pero la gente no la conoce como me conocen a mí. Hay muchas otras mujeres. Euzhan Palcy, que es francesa; Neema Barnette; Kathleen Collins. Son mujeres que surgieron décadas antes que yo, en un tiempo en el que nadie pensaba en las cineastas negras. Así que gracias por darme la oportunidad de decir sus nombres: espero que la gente las busque y vea su hermoso trabajo.
Boyz ‘n the Hood de John Singleton es una película que me encanta, y me preguntaba si, al crecer en Los Ángeles en los 80 y los 90, es una película que significó algo para ti y tu generación.
Boyz ‘n the Hood fue especialmente relevante porque John Singleton era de este lugar. Se sentía auténtica. Realmente me encanta esa película, pero cuando fue un gran éxito, los estudios empezaron a hacer otras que eran menos auténticas y distorsionaban lo que realmente pasaba en nuestra comunidad. Esas son películas más difíciles de aceptar. Así que creo que lo importante del cine es preguntarse: ¿quién es el autor? ¿De dónde viene? ¿Cuál es su intención? Entender eso te ayuda a valorar una película de manera diferente.
En Selma, quizás la película con la que tu nombre se hizo conocido a nivel mundial, abordas la figura de Martin Luther King. ¿Cómo surgió esa película y qué desafíos trajo tratar un legado histórico tan grande?
En realidad me invitaron a hacer la película, yo no pensé «Voy a hacer una película sobre Martin Luther King», en absoluto. Me interesaba más Selma [ciudad de Alabama], por eso la película no se llama King. Al final se trata de que la gente de esa comunidad que quería un cambio, así que llamaron al Dr. King, que trajo a su equipo y, juntos, el pueblo y el equipo, lograron esta revolución. Eso fue lo que me interesó: la mecánica de cómo funciona una comunidad, cómo ocurre la colaboración. Eso es realmente de lo que trata Selma. Así que me permitió abordar la película desde un ángulo diferente. Porque hacer una película sobre el Dr. King en general sería demasiado grande. Pero hacer una sobre una ventana específica de su vida fue un placer.
De Origen, tu última película, encuentro fascinante que combinas dos historias: la de Casta, el libro de Isabel Wilkerson sobre la desigualdad, pero también de cómo Wilkerson escribió el libro. ¿Por qué te interesaba no solo el libro sino también su proceso de creación?
Casta es una tesis antropológica, un libro de no ficción, así que no había una historia que pudiera convertirse en una película con actores. Así que mi idea fue: «Voy a contar la historia de esta mujer escribiendo el libro y, mientras lo escribe en pantalla, lo entenderemos.
Me encantó el desafío de hacer una película sobre alguien que escribía un libro. Me permitió profundizar no solo en el libro, sino en la vida de la autora. Isabel fue muy generosa. Durante dos años pude preguntarle cualquier cosa, me abrió su vida y sus experiencias familiares. Todo lo que ven en la película sobre ella no está en el libro. Son cosas que me contó y me permitió investigar. Combinar el libro con su vida y entrelazarlos fue un gran desafío, pero me encantó hacerlo. Es mi película favorita hasta ahora y estoy orgullosa del resultado.
Admiro cómo has ido ampliando tu enfoque a la vez que mantienes unas cuestiones centrales en tus obras. ¿Cómo han cambiado tus ideas sobre la desigualdad social a medida que abarcas problemas globales, como la casta en India, que también se relacionan con todos los problemas locales que has contado desde tu experiencia como una mujer negra en Estados Unidos?
Bueno, las mujeres negras son el mundo entero, así que no siento que tenga que hacer una cosa o la otra. Entiendo y respeto la pregunta, pero esa pregunta nunca se les hace a los hombres blancos. No hay ningún hombre blanco que se siente aquí y al que se le pregunte por qué no hace películas sobre mujeres o sobre personas de color. Nadie les hace esa pregunta a Christopher Nolan o Denis Villeneuve, ni expresa alegría porque han hecho una película que no trata sobre hombres blancos. Pero esta pregunta surge mucho en mi caso porque soy una mujer negra, y se considera un avance que haya hecho una película que no trata solo sobre personas negras. Me pregunto por qué.
Entiendo tu punto, y tienes razón. Quizás planteé mal la pregunta. A lo que me refiero es que en Origen te acercas a unos hechos muy lejanos a tu país, pero logras relacionarlos con los temas que has investigado en películas anteriores y así muestras cómo opera la desigualdad a gran escala. Mi pregunta apuntaba a esas relaciones que haces entre lo particular y lo universal, mientras mantienes firmes tus preguntas centrales.
Hago una investigación profunda y trato de ser intencional con las preguntas que hago. Trato de contar con expertos. Así que tuve personas expertas en India, en los diferentes sistemas de castas. La película aborda la Alemania nazi, así que tuve que aprender realmente sobre este tema. No solo leer libros, sino ir allí y, de verdad, tomarme el tiempo para hablar con historiadores y gente común sobre sus experiencias, sobre sus recuerdos. Esos son algunos de los pasos que tomo para tratar de entender antes de hacer la película.
El presidente de Estados Unidos ha sido cercano a distintas expresiones de la vertiente contemporánea del fascismo. Mientras investigabas la Alemania nazi, ¿hubo algo que te llamara la atención que se relacionara con lo que está pasando ahora mismo en tu país?
Cuando hice la película, lo que está ocurriendo en Estados Unidos ahora mismo aún no estaba pasando. Pero íbamos en esa dirección. Y creo que hay similitudes entre lo que experimentamos ahora con la actual administración y lo que la historia nos ha mostrado que surge de ese tipo de pensamiento.
Así que mi esperanza es que una película como Origen le muestre a la gente estos paralelismos. Si no queremos que eso vuelva a ocurrir, entonces no podemos seguir los mismos pasos. Espero que la gente considere un poco más la historia y la use como guía.
Hiciste Origen por fuera del gran sistema de estudios, de grandes presupuestos, en el que te habías movido antes. ¿Por qué? ¿Y cuáles son las ventajas y desafíos de ambos caminos?
Los estudios te permiten tener mucho más dinero y más comodidad, una red de seguridad más grande. Pero, por otro lado, tienes que llegar a un acuerdo sobre lo que vas a decir y cómo lo vas a decir. Con Origen me interesaba mucho tener una voz libre y no tener que ponerme de acuerdo con una corporación. Eso me dio más libertad de expresión, pero, al mismo tiempo, menos dinero y menos seguridad. Hubo momentos en los que fue muy estimulante y emocionante el riesgo de estar en el mundo sin una red de seguridad. Así que tiene sus pros y sus contras, pero lo volvería a hacer. Realmente disfruté el proceso.
¿Es por eso que rechazaste dirigir Black Panther?
Sí.
¿Puedes profundizar en eso?
No, esa fue la razón.
Antes hablabas sobre la importancia de la autenticidad y cómo, con un gran presupuesto, llega una gran presión, un control sobre las ideas. ¿Cómo piensas esta dinámica a medida que la cultura negra llega a espacios tan grandes como el Super Bowl y penetra todo el pop, logra grandes presupuestos y apoyo corporativo, y busca mantener esa autenticidad?
Cada artista decide cómo interactuar con esas compañías. Y creo que hay unos, ya sea en la música o en el cine, que lo abordan de una manera y otros que lo abordan de otra. Puedes entrar y realmente trabajar con un estudio para plasmar tu visión, o puedes entrar y hacer lo que ellos quieren que hagas. Son dos maneras distintas de hacerlo. No creo que una sea peor que la otra. No culpo a ningún artista por tomar una decisión determinada. Así que es una elección individual, y respeto lo que cada quien decida hacer.
Te tomaste tu tiempo antes de hacer cine. Fuiste periodista y trabajaste en relaciones públicas, y solo hasta tus treinta empezaste a dirigir. ¿Cómo fue ese camino? ¿A esos trabajos les faltaba algo que el cine sí te dio?
No lo veo como algo negativo, como si hubiera algo que no encontré o como si me hubiera tomado demasiado tiempo. Creo que fui una mujer que vivía su vida y descubría cosas nuevas a medida que pasaba el tiempo. Y en el camino descubrí que me gustaba la idea de hacer cine, así que lo intenté. Y no hubo nada malo en lo que hacía antes. Simplemente pensé: «Voy a probar esto nuevo», y me enamoré aún más de eso. Así que decidí ir en otra dirección.
¿Influyó esa experiencia laboral previa en tu forma de hacer cine?
Sí, sin duda alguna. Yo hice cine sin haber estudiado cine: mi escuela fue trabajar en los rodajes como publicista, así que tenía una perspectiva diferente sobre cómo hacer películas porque era parte del equipo técnico. Así pude ver cómo se hacían las películas en el set, no en el aula, sino de la mano de algunos de los mejores cineastas del mundo. Eso me dio un punto de vista distinto al momento de hacer mis propias películas. Como publicista, traté con muchos actores y cuando tuve que trabajar con actores como directora, me sentí muy cómoda. Así que todas mis experiencias previas influyeron en mi forma de dirigir, y fueron perfectas para mí.
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