ETAPA 3 | Televisión

Cinco verdades incómodas de James Robinson sobre Colombia

Ni la geografía, ni la historia, ni los grupos armados ni la desgracia. Para el nuevo premio nobel de economía la causa de los problemas de Colombia es la política. Y eso justamente es lo que menos ha cambiado.
James A. Robinson. Foto de la Universidad de Chicago

Cinco verdades incómodas de James Robinson sobre Colombia

Ni la geografía, ni la historia, ni los grupos armados ni la desgracia. Para el nuevo premio nobel de economía la causa de los problemas de Colombia es la política. Y eso justamente es lo que menos ha cambiado.

El periodismo del país está fascinado con la noticia de que James Robinson, un viejo conocido de los colombianos, haya sido uno de los ganadores del premio Nobel de economía 2024, junto a sus colegas Daron Acemoglu, y Simon Johnson. Salvo un par de buenas entrevistas, las noticias infortunadamente no se centraron en los estudios que ha hecho el ilustre profesor sobre nuestro país. Los titulares se concentraron en lo que Petro dijo de Robinson o que Robinson dijo de Petro, además de lo anecdótico sobre sus vínculos con este país como sus viajes, sus amigos y amigas colombianas y su esposa.  

Sin embargo, el aporte que ha hecho Robinson a la comprensión de la realidad colombiana es muy relevante. Desde hace por lo menos una década ha escrito, sobre todo en revistas académicas y en El Espectador, sobre los conflictos, dilemas y, abiertamente, sobre los fracasos de este país. Para él Colombia no es un país fallido, pero tampoco es una historia de éxito como la han vendido algunos miembros de las élites y académicos en el exterior.  

Con análisis de largo plazo, en los que utiliza datos y casos, se ha preguntado por qué la mayoría de los colombianos han vivido bajo la pobreza, la desigualdad y la violencia. Aquí presentamos algunos de los planteamientos de Robinson que, justamente por pertinentes, han resultado incómodas.  

La mutua dependencia de las élites del centro y las regiones y la manera como han gobernado. Esta es su tesis central sobre la desigualdad y la violencia en Colombia y la publicó en 2013 en la revista Ensayos de Economía bajo el título Colombia ¿Otros cien años de soledad? Para Robinson ni las guerrillas ni el narcotráfico son causas de la violencia sino apenas el resultado de un modo de gobierno indirecto “en el cual las élites políticas nacionales que residen en las áreas urbanas, particularmente Bogotá, han delegado efectivamente el funcionamiento de las zonas rurales y otras áreas periféricas a las élites locales”.  A éstas se les permite gobernar como deseen con tal de dar soporte a los grupos de poder del centro y no desafiarlos “lo que ha creado el caos y la ilegalidad que ha aquejado a Colombia”. Esta es una de las razones poderosas para que grupos armados controlen y ejerzan funciones de gobernanza en buena parte del territorio. 

Los grupos armados y el narcotráfico no son el problema, son los síntomas. En julio de 2013 Robinson se quedó atrapado en Quibdó en medio de un paro cívico. En entrevista con Camila Zuluaga, para El Espectador, planteó la justeza de estas protestas y su sorpresa ante el hecho de que no exista una carretera decente entre Chocó y el resto del país. (Tampoco aún). Desde entonces, Robinson advirtió su preocupación de que “si llega a darse la desmovilización de la guerrilla, la gente esté tan satisfecha que crea que el trabajo llega hasta ahí. Y eso sería un desastre. El trabajo de verdad empieza después de firmado el acuerdo. Hay agendas para la transformación, pero no sé si haya el suficiente apoyo político para ello (…) Que las Farc se desmovilicen no va a cambiar a la sociedad, tampoco cambiará la inseguridad en la propiedad de la tierra, ni la ausencia de carreteras o de servicio médico”. Para Robinson el acuerdo era una oportunidad para transformar al Estado y emprender la acción colectiva que cambiara el monopolio sobre el poder. 

El problema no es la tierra sino la educación. En un controvertido artículo publicado en El Espectador en diciembre de 2014, titulado ¿Cómo modernizar a Colombia? Robinson declara su extrañeza de que el primer punto de la negociación entre el gobierno y las FARC-EP en La Habana fuera la reforma agraria. Para entonces Robinson había viajado a Montes de María, a Urabá, había entrevistado y documentado el paramilitarismo del Magdalena Medio. Según sus análisis, apoyados en los estudios comparados, consideraba que: “El Gobierno colombiano está todavía promoviendo la noción de que la solución del problema agrario pasa por la restitución de tierras y la redistribución de baldíos y de tierras mal habidas. De esta manera, crecen las esperanzas de la gente, cuando todos sabemos que esto es en realidad imposible de conseguir”. Robinson planteó que el asunto agrario se puede ignorar o dejarse marchitar dado que es un juego de suma cero que puede activar mayores conflictos. En cambio, lamentaba que no hubiese suficiente atención a la educación, que es la que brindaría verdaderas oportunidades para jóvenes de sectores rurales que no querían dedicarse a la agricultura sino a la tecnología. 

Esta lectura fue debatida por muchos expertos en Colombia, como Francisco Gutiérrez que consideraron equivocado su planteamiento y sobre todo, absurdo que se estableciera una dualidad entre dos problemas que deben abordarse prácticamente al mismo tiempo: la reforma agraria y la reforma en la calidad y cobertura educativa.   

El sistema extractivista y colonial condena a Colombia a la pobreza y la violencia. En su ensayo La Miseria en Colombia, publicado en 2016 en la revista Desarrollo y Sociedad, Robinson hace una extensa exposición de datos y casos que demuestran que el sistema económico que impera es extractivista, y que si se han saqueado los recursos de las regiones es porque las instituciones políticas, como el Congreso o las del gobierno, también funcionan con esta lógica y generan un Estado débil e ineficiente. El clientelismo, la corrupción y la ineficacia, han permitido que regiones de la periferia vivan en la miseria. Estas son exactamente las mismas donde hubo esclavitud y donde habitan los pueblos étnicos, por ejemplo, el Pacífico y la Amazonía. Esto no solo es culpa de las élites, afirma Robinson, sino también de la débil acción colectiva de los ciudadanos. 

Colombia: un derrumbe parcial. Este fue el título de la conferencia que pronunció Robinson cuando la Universidad de los Andes le otorgó el doctorado Honoris Causa en 2017. El ahora galardonado economista político se declara sorprendido de que el acuerdo de paz recién firmado se concentre en los síntomas del conflicto y no en sus causas: la manera cómo funcionan (o no funcionan) la política y el Estado. Se declara sorprendido de que los negociadores de La Habana no hayan visto “el elefante en la habitación”. “¿Por qué las Farc firmaron este acuerdo? ¿No hubieran podido usar su poder de negociación para poner el elefante en la mesa? De pronto. Pero tal vez ellos sólo quieren tener “su turno para comer”, como dicen en África. Espero que me demuestren lo contrario”. 

En sus declaraciones a la prensa, luego de ser anunciado como uno de los premios Nobel de economía, Robinson ratificó la necesidad de construir instituciones democráticas, que les sirvan a los ciudadanos y no solo a las élites, lo que implica cambiar el funcionamiento de la política y el Estado. A su juicio, esto requiere una estrategia que aún no se vislumbra en este gobierno.

CONTENIDO RELACIONADO

Array

Durante muchos años, los colombianos vieron pasar por las pantallas de sus televisores adaptaciones de clásicos de la literatura universal, libros del Boom latinoamericano y obras literarias colombianas. ¿Por qué se dio este fenómeno?

Array

En el comercio popular las vetas son escasas: la bisuteria, importada de China, no es de oro y circula como si lo fuera. De este metal, apenas el 1 % que se extrae en Colombia se queda en el país. Siendo una de las mayores exportaciones, el oro se consume poco al interior de nuestras fronteras: ¿por qué?

Array

Una de las agrupaciones más grandes del rap colombiano defiende el camino largo que tomaron para alcanzar la cima. 

Array

Carlos Patiño Rosselli, reconocido estudioso de los asuntos del lenguaje, escribió para GACETA en 1976 esta crítica sobre la poca gestión estatal y universitaria en la preservación y valoración del inmenso patrimonio lingüístico colombiano como parte esencial de nuestra identidad.

Array

La exposición Amazonias. El futuro ancestral del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona demuestra la importancia de la riqueza natural, el arte y las ciudades de esta región para pensar nuestro pasado y nuestro porvenir: el pulmón de la Tierra también es su cerebro.

Array

Tras las carreras organizadas por Rigo en Medellín y Egan en Bogotá, nos preguntamos ¿cómo ha cambiado la cultura de la bici en nuestra geografía? Del espíritu humano a la promoción empresarial: unas ideas sobre el presente de los escarabajos

Array

Eduardo Escobar, uno de los cofundadores del movimiento nadaísta junto a Gonzalo Arango, escribió en 1976 para GACETA, a propósito de la muerte de su amigo en un accidente automovilístico, este texto en el que viaja por las contradicciones y recovecos del movimiento —y la persona— que revolvió la escala de valores de la sociedad colombiana. No llegar fue también el cumplimiento de un destino.

Array

El actual Gobierno argentino ha emprendido una campaña de desprestigio y censura en contra de diferentes autoras, impulsando el retiro de sus obras de bibliotecas públicas y escolares en Buenos Aires. GACETA reproduce el primer capítulo de Cometierra, novela de Dolores Reyes; uno de los libros que la vicepresidenta de Argentina considera muestra de «degradación e inmoralidad».

Array

Frente a una industria musical que produce canciones en detrimento de la dignidad de niñas y mujeres, frente a los cientos de casos de feminicidio y los miles de abuso sexual contra infancias, 300 niñas hacen lo que mejor saben: cantan al unísono. Detrás del concierto que paralizó la COP16 hay un proceso parecido a una revolución.

Array

La guerra está llena de aristas, detalles y relieves que no vemos través de las pantallas y los titulares. Jhon Jairo, un artista y exsoldado, nos revela con sus pinturas lo que no hemos sido capaces de ver.